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domingo, 28 de abril de 2013

GOTAS DE LUZ

SABOR A HIERBA
 
Llego con desazón
al lado de los ángeles.
Salgo y apenas vengo
de ahondar la bruma,
de exhumarla bajo
el pulso de mi sangre.
Purifico el desabrido
sabor a hierba
y quedo de pronto
clavada en la hierba.
Sin saber, sin aceptar
que sigo en silencio.
!Miradme, escuchad
mi voz! es la misma
voz quien regresa
del retraimiento
doloroso, del sitio
impuesto
por los ángeles.
Mas vuelvo a pisar
las calles y nada
espero, nada quiero
para mí, nada recojo
del suelo que no sea
mi propia claridad
de sombra.

 
 
RUMOR DE TIEMPO

I
A comienzos de otoño no hay tinieblas
que me alejen de las hojas, de la matriz
interna del suelo, de la estela de pájaros
migrando lejos, lejos de mí.
No hay sed de verano en primavera,
no existe el aire sino una ráfaga pertinaz
en donde se hospeda el desamparo.
Así de simple, así observo la luz del alba
convertirse en árido duelo, en larva.
De ahí me salen los prados y me alza
el viento; el frío que sale del sur nutre
un lamento hasta la raíz, hasta las cepas
que fielmente  topan la ingrata soledad.

II
Es como la niebla que a mi lado oscurece
mi inmensa gloria, es como la bola que rueda
al compás del tiempo en un rodar descalzo,
huérfano, despoblado...
¿Cuántas cosas en su rigor se apagan  y dejan
de ser ejemplos, sublimes momentos de dicha,
flor de tilo tiempo de invierno naciendo?
A comienzos de otoño, la vida se me hace
parca, mis ramas vuelan y se vacían las algas
de ese verde rumor de tiempo que da la espera.

 
 
INSERVIBLE CERTEZA

 
¿Qué quiso decirme Dios cuando en mi alegría
llené el alma de palabras, de breves gotas de luz?
Que en medio de mi risa saqué mi saeta al aire
para asegurar mi llegada ya tarde al bosque.
¿Qué ocurrió, qué pérdida tomó posesión de mi arte,
de la esbeltez de mi cintura, de mi rostro en flor?
¿Qué bozal se ató a mi faz risueña que no sea mi voz
sintiendo el trágico olvido, por la borda de la pena,
por el panteón de los vivos deseando ser muertos?
¿Qué desierto me quiebra si acaso en tierra hallara
el mar de la distancia, llena de luz, cuando hay tanta
luz para dar entre mis brazos?
¿Qué suerte me lleva hacia  un lugar sin cruz, al ocaso,
en donde el fino sabor a hiel disfraza aquel inefable hogar
en donde no me hallo?
Que lodazal tocará el fondo del silencio y qué piedras
cesarán de ser urnas, qué rincón, qué rescoldo avivará
la vida en la inservible certeza dejada en el hueco
letal de la tumba en que reposo.
 
 
        



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2 comentarios:

  1. Noris como siempre un placer leer tus entradas, es como una puerta abierta al mundo, a los sentidos, a los pensamientos, a las emociones...
    hoy si me lo permites te voy a tomar prestada esta frase, es sencillamente genial...Un abrazo.
    Distancia, llena de luz, cuando hay luz para dar entre mis brazos?

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