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Obra de Noris Capin |
Misericordia
,Señor, para el año 2015
«Yo, el Señor, juro por
mi vida
que todos ellos serán como joyas que te pondrás,
como los adornos de una novia.»
Isaías 49: 18
Feliz Año a todos ustedes,
amigos, espero que este período venidero de doce meses les sea agradable a
ustedes y a Dios, para que sus planes y trayectos sean bendecidos y consagrados
a Él con fe y esperanza.
Al llegar el nuevo año, todo
lo que debemos pedir a Dios es misericordia, benevolencia, comprensión y
discernimiento. Todos necesitamos de la
misericordia de Dios para vivir la vida en Su Gracia y Divinidad. Todos precisamos benevolencia que es la tolerancia
de las faltas que podemos ver en nosotros mismos y en los demás. Requerimos
comprensión y entendimiento para ver nuestros errores y corregirlos, para que
las decisiones y conclusiones que forjamos sean juzgados y perdonados a la
orden de Dios. Nos hace falta discernimiento, también, para que nuestros
proyectos y pensamientos concuerden y sean una bendición para el prójimo y para
el bien nuestro.
Estamos viviendo momentos
difíciles, tiempos de gran aturdimiento e infinita consternación. La vida de
hoy no permite entrar a la persona en una fase interna, profunda, en donde se
puede regresar a la iniciación del ser,
a la consagración de lo básico y a la persistencia de lo primordial que es
definitivamente el camino de Dios.
El ser humano se ha
convertido en una vasija seca, vacía, que suele ser el recipiente por donde se
ha filtrado el agua que Dios derramó a la hora del nacimiento del hombre. Sin
querer, el ser humano se zambulle, diariamente, en el mar de las confusiones y
del mal.
Se han perdido los valores
que nos inculcaron nuestros padres, los hemos dejado ir detrás de los dioses
que no nos permiten ser nosotros mismos.
Dioses con nombres propios —no de carne y hueso— sino nombres que nos alejan de muchas cosas que no
tienen que ver con el espíritu y el alma como el dinero, la envidia, el rencor
y la corrupción.
En este nuevo año, que ha
comenzado ya, debemos hacerlo nuestro, concebir las cosas a medida de la
misericordia de Dios que es lo máximo que le podemos pedir en nuestras
oraciones.
Y tenemos que decirle
"fuera" a los estreses que nos llevan a la depresión y a los ataques
de ansiedad que tan populares son en estos tiempos, y debemos acunar lo
indispensable, lo hondo, lo inefable que viene de Dios para nuestra salvación.
¿Y
es que no nos damos cuentas, amigos, que el bien que disfrutamos viene
solamente de Dios?
¿Acaso
no entendemos que las cosas materiales son codicias y deseos de consumismo, de
tendencias pretenciosas que perduran solo un instante y se van?
En el cielo reina la
misericordia de Dios que no ve el color de tu piel o el acento con que
pronuncias Su nombre. Él no se fija en tu ropa ni se da cuenta de tu calzado,
solo se repara en tu infinito y sincero amor.
El Señor escucha tus
peticiones y te concede, según su voluntad, tus encargos y súplicas en extensa
benevolencia, en amplia comprensión y fidelidad para que tú disciernes y lo
comprendas. Te da, por supuesto, según
Su criterio y de acuerdo a tu constancia, a tu carácter humilde y a tu
perseverancia de corazón.
Dice la Palabra de Dios en Apocalipsis
15: 3 lo siguiente: «Grande y maravilloso es todo lo que has hecho,
Señor, Dios todopoderoso; rectos y
verdaderos son tus caminos, oh Rey de las naciones.» Aquí les invito a leer el grandioso poema de José María Gabriel
y Galán que es admirable y de gran sabiduría.
noris capin
POEMA
"En la
sierra, y en el monte, y en el valle,
y en el río, y
en el antro, y en el piélago
dondequiera que
mis ojos se posaron,
dondequiera que
mis pies me condujeron,
me decían: —¿Ves a Dios? —todas las cosas,
Y mi espíritu
decía: Sí, le veo.
—¿Y confiesas? —Y confieso, —¿Y amas?
—Y amo. —¿Y en tu Dios esperas?
—Si, en Él espero."
José María
Gabriel y Galán
1870
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Obra de Noris Capin
"Ropa al Aire" |
CADA VEZ EL TIEMPO
Cada vez que pienso
en el resurgir del tiempo,
no hago más que mirar
lo que nunca más vendrá.
Y pasan los días y regresan
las noches a oscurecer
los pensamientos,
a hacerlos mártires sin fe
dentro de la consciencia
que poco pide al despertar.
Oh cada vez que pienso
que ya nada renace,
que nada se rejuvenece
como al principio,
como el perpetuar
de algún verso apenas leído
o escasamente aprendido
en el aire, me niego a estar
a media luz o a morir.
Una asignación del destino
me permite verme de cerca,
en la máxima austeridad
que me impongo, en tiempo
cierto, en la única salida
a toda la costumbre de ver
la vida o abrazarte.