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domingo, 4 de diciembre de 2016

Tiempo de Navidad

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Tiempo de Navidad
Envía tu luz y tu verdad, para que ellas me enseñen el camino que lleva a tu santo monte,
al lugar donde tú vives.

                                                                                     Salmo  43:3
Vamos sintiendo el paso de los años sobre nuestras espaldas, y no nos damos cuenta de que los días son cortos y las horas son algunas veces interminables.  Vamos notando cómo las estaciones van y regresan y los períodos se confunden y se pierden al igual que los atardeceres.
Y es que el curso del tiempo es misterioso y tenso; el lapso de veinticuatro horas no tiene apuro, ni le importa lo qué está ocurriendo en la vida de los seres humanos, por lo tanto es inexpugnable e inquebrantable y no se detiene nunca.
Hemos estado viviendo momentos intensos de confusiones, desconciertos, de laberintos y caos, pero no percibimos que ya es Navidad y que el nacimiento de Jesucristo está en el umbral de nuestra vida. Y al venir esa etapa luminosa, de alegrías, de familia y de regalos, no nos queda otra alternativa que  ocuparnos de transformar nuestros corazones.
Nuestra familia es la continuación de la vida, la permanencia de lo verdadero, la estabilidad de lo cierto y la extensión de los lazos vitales que nos unen a la existencia.  Es más, estamos ligados a seguir resurgiendo en medio de las cosas irreversibles, brillando por dentro, resplandeciendo como un árbol de Navidad lleno de luces y de niñeces.
Este es el tiempo de volver a ser chicos y esperar con anticipación a los Reyes, y sentir que hay ilusión en nuestras vidas por las pequeñeces que nos pone delante Dios. No nos podemos detener a pensar que el pasado es doloroso, y debemos entender que los momentos de amargura vivida ya es historia y un añejo concluir de un tiempo remoto de sufrimientos.
Hay que resucitar de las mala rachas, amigos, y olvidarse de los palos que nos dio la vida, de los pecados que cometimos y de la pesadumbre que abraza el presente. Si estamos de acuerdo que la llegada de Jesús es un acontecimiento que florece ante nosotros, más vale renacer desde el corazón, desde la nostalgia que no nos permite ser feliz.
Acuérdense que el tiempo es fugaz, traicionero y no perdona; no podemos regresar para enmendar la vida vivida puesto que los lapsos no regresan para volverlos a empezar o para emparchar los errores o tapar con un dedo lo ocurrido anteriormente.  Esta oportunidad, en donde la esencia de la Navidad destruye cualquier tipo de peso acomodado fielmente en nosotros, nos remoza para salir al nuevo tiempo con júbilo y armonía.  Y yo sé que es muy difícil lidiar con la vida sacrificada de cada uno de nosotros,  no es fácil, pero se pude restituir el gozo, abrazarlo y llenarlo de oportunidades para sentir el espíritu de Dios haciendo nido en nosotros en ésta temporada de revestimiento íntimo. 
¿Y qué vamos hacer en este tiempo de santa algarabía?  ¿Qué planes se nos antoja estrenar para ser parte de los sueños y zambullirnos de cabeza en esta estación resplandeciente y hacer realidad lo que usualmente no culmina?
Nuestro Señor Jesús desea que seamos felices, que estemos tranquilos y que encontremos en cada etapa de la vida, la vida, el sabor del hogar y la esencia escondida de cada situación, porque todo tiene remedio, todo tiene una respuesta y una solución. Nada se cuela por debajo de la mesa sin que antes sea agradable a Dios, Todopoderoso, de manera que reverdecer como el tiempo de gracia por nuestras propias fuerzas, nos apura a hacer un cambio.
El día del nacimiento de Jesús nos prepara para seguir adelante aunque veamos las cosas a través de la niebla que nos ciega, el alumbramiento de María, la madre de Jesús, nos ha traído el sentido de la maternidad, que es un regalo, una ofrenda de amor que es como un manto feriado sobre nuestro cuerpo y hay que estar alegres.
Dice la Palabra de Dios en el Salmo 43:4,5 lo siguiente:  Llegaré entonces a tu altar, oh Dios, allí te alabaré al son del arpa, pues tú, mi Dios, llenas mi vida de alegría.    ¿Por qué voy a desanimarme? ¿Por qué voy a estar preocupado? Mi esperanza he puesto en Dios, a quien todavía  seguiré alabando.
Después de esta confirmación, venida de las Santas Escrituras, no podemos quedarnos fríos,   serenos e imperturbables sino que en lugar de estar perennemente en ese estado de ahogo, despeguemos la tristeza de nuestro ser y seamos felices  como nos dice el Señor.
 
Del periódico "En USA News"
por Noris Capin