Visitantes: 22
LA VIDA NO DEJA DE SER HERMOSA
Cuando te vaya bien,
disfruta ese bienestar...
disfruta ese bienestar...
Eclesiastés 7:14
La vida es un
suspiro, un instante, un flechazo. Sin
embargo en su propia magnitud no deja de cautivarnos. Con gracia y
plenitud nos aleja del rechazo e invierte con astucia sus perennes contradicciones. Y en medio de las confusiones que suelen
contrarrestar nuestra faena, sabemos que la vida es buena y la cuidamos con
esmero.
Nos complace
saber que la vida es justa, afable, la consideramos también una caja de
sorpresas. Las aflicciones y rupturas
que se apegan a esta vida, no siempre están impregnadas de alegrías y de heridas. La vida es de por sí fascinante,
llena de un centenar de encantos, una mezcla encantadora de gozos y llantos
para ser posible su nata exquisitez.
Oh...la vida.
Mas al estar
midiendo su timidez desmedida, en situaciones y contiendas, la vida suele despertar la tienda en donde el reposo anima. La vida nos da una bofetada, una sacudida,
una especie de asombro en medio de la falsedad
que nos lanza.
No obstante la
vida nos derrumba, nos derrota y nos levanta de las caídas. Decimos en momentos
de tristezas que ella sólo ha traído desacuerdos e idas, un atado de flaquezas,
un ramillete de incoherencias tan pronto pasan los días.
Decimos
también que la vida es una gruta, en donde calmamos la sed, un juego en donde alejamos
la aridez de todo lo que no conviene. Y al saber que todo sostiene, las gracias
que Dios nos ha dado, la vida la moderamos frente al sol poniente.
Llegamos a la
mera conclusión, de que no queremos apartarnos de las recompensas que nos
brinda, y nos cubrimos de ilusión cuando la encontramos digna.
Y en toda su
fiel consigna, cuando nada se cumple y todo se asemeja a la enseñanza de Dios,
sabemos que la vida es vida: un bocado de pureza, un reino prolongado, casto,
lleno de incesantes proezas y de enormes bendiciones.
La vida no
deja de ser hermosa, llena de flores su senda amplia, henchida de humildad para
quien la busca, cargada de jugosas conclusiones, inundada de bondades al pie de
la letra, ancha, pulcra hasta la plenitud de todas las reglas que no dejan de
ser verdades.
Y recogemos
los fragmentos reales, de todos los episodios y pérdidas, con la total
desolación, con la certeza que toda angustia es pasajera. La vida se mueve en
su propio eje, desplazando todo para conservar su ritmo copioso y, en medio de
la rueda, que cruje con los baches de la vida, ella nos apura a vivir, a sentir que es maravillosa su
campaña y su viaje. Ella nos llama a tomar
nuestro equipaje y ser mejores personas, a quererla como se quiere algo
preciado, algo palpable, algo limpio como los salones donde bailamos su música
incomparable.
Nos dice la Palabra de Dios: El Señor te protege de todo peligro; él
protege tu vida. El Señor te protege en todos tus caminos, ahora
y siempre. Salmo 121:7-8
Y al comentar es
vida la luz que nos ilumina, y que en su propia plenitud nos abraza, nos colma,
sabemos que la vida es increíble siempre y cuando haya salud, cuando hay
esperanza, cuando hay amor.
Al entender
que Dios nos dio la oportunidad de vivir, y de disfrutar de toda su extensa
divinidad y cordura, nos despertamos de la duda que surge, cuando endebles decimos,
con absoluta honestidad, que la vida a pesar de todo es una cuento, una novela en
rosa, un capítulo por cumplirse, un reto, una esfera que dice la hora, una vela
encendida y, por tanto, la vida no deja de ser hermosa...
Dice
Su Palabra en el Salmo 37:5-6 lo siguiente:
Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él actuará. Hará
que tu justicia resplandezca
como el alba; tu justa causa, como el sol de mediodía.