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lunes, 7 de septiembre de 2015

PARA SER FELIZ

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Dibujo de Noris Capin 1986
 
Para ser feliz
Me mostrarás el camino de la vida. Hay gran alegría
en tu presencia; hay dicha eterna junto a ti.
                                                                                                Salmo 16:11

 
Hoy quiero compartir mis pensamientos acerca de la felicidad del hombre, quiero decir, del ser humano.  Es un tema muy complicado de entender, tan complejo, que ni los grandes  pedagogos, artistas  y filósofos, preocupados en la materia de la felicidad,  han podido canalizar, exactamente, que es la felicidad y en qué consiste su inestabilidad y frágil solidez.  Yo tampoco lo sé.
Yo tampoco lo sé, pero me esfuerzo en aprender, y quiero plantear que sí existe la felicidad interna del ser. Confieso que la dicha del hombre la diseñó Dios para que toda persona viva en afianzamiento con su propia virtud de ser feliz y con su espíritu.  Sabemos que Dios dispone todas las cosas de la vida del hombre para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo a Su Santo propósito.
Para entender lo básico de la felicidad, podemos meditar que la felicidad es aquello que es capaz de perfeccionar nuestra vida, algo que pueda contribuir a hacernos mejores seres humanos.
Estamos en este mundo para sentir amor, para abrazarlo en todas sus manifestaciones, para vivir y compartir nuestra vida con las personas amadas.  Eso, de alguna manera, genera satisfacción al corazón ya que es el propósito de Dios es concebir amor para todo ser viviente.
La dicha, que suele ir de la mano con nosotros mismos, es una condición interna o subjetiva de bienestar y contento, que suele ser considerado como un flechazo, un relámpago, o un instante. La dicha es un sentimiento que sale desde lo profundo del ser, desde adentro y que no se aparta de la persona porque vive en ella.  Y a pesar de toda la excelencia que podamos tener en cuestiones afectivas, si no hay una sincronización interna de sentimiento y afinidad propia, la felicidad personal puede ser insegura e inconstante. La felicidad existe.
Para ser felices, no tenemos que tener dinero ya que poseemos la abundancia del ser, que es pertenecernos a nosotros mismos en espíritu y verdad.  Para ser felices, no hemos de disfrutar de las cosas del mundo, sino más bien aceptar lo que el mundo nos ofrece: una estabilidad económica, la compra de una casa, viajar...pero eso, en cierta forma, no trae la felicidad intrínseca del ser, del "yo" personal ya que es un gozo efímero o transitorio.
Para ser felices no podemos depender de la felicidad de otros, sino más bien alegrarnos de la dicha que otras personas poseen sin envidias ni dilemas. Para ser felices, tenemos que aceptarnos de la forma que somos  sin reservas que cubran la verdadera identidad del ser en armonía, en paz, respetando lo que decimos y hacemos para que la felicidad íntima descanse placenteramente dentro del alma.
Para ser felices, necesitamos tener un corazón contrito y humillado, fiel a los designios de Dios, devotos a vivir en plena humanidad, llena de bondad y bien por sobre todas las cosas.
Dice la Palabra de Dios en Juan 13, 17 lo siguiente:  "Si entienden estas cosas y las ponen en práctica, serán dichosos."  Es por eso que hay que conseguir y alcanzar la divinidad de Dios por medio de Su Santa voluntad, de acuerdo al plan de Él para nosotras. 
Es muy difícil señalar cuáles son los caminos que debemos tomar hacia una completa dicha; yo pienso que depende de nosotros mismos el poder alcanzar la perfección de nuestro propio ser, a través de Dios solamente, ya que eso lo hace perfecto en su exacta hermosura, de posible alcance espiritual conforme a Su Palabra.
Todos queremos ser felices, todos deseamos tener la plenitud de la vida, pero tenemos una mentalidad que nos hace ser infelices, negados a todo cambio, entorpecidos por las ideas falsas de la felicidad que nos alejan de la verdadera dicha de vivir con dignidad. Si pudiéramos darnos el tiempo de Dios a nuestra fragilidad humana, nos daríamos cuenta de lo fácil que sería entender que el júbilo íntimo lo llevamos dentro de nuestra alma con tan solo abrazarla en medio de la ignorancia.
El Señor dice: "Mis ojos están puestos en ti. Yo te daré instrucciones, te daré consejos, te enseñaré el camino que debes seguir."  Salmo 32:8. Amén, Amén.
 
noris capin
 

SUENA LA MÚSICA

 
Suena la música y no dejo
de reír, no dejo de emitir
que su sonido me ahonda.
Que las pocas esencias
de mi risa se las debo
a aquel verso que brotó
desde la flora perfumada
de té.
No hay partícula
de mi ser que no me urja
a salir como quien
en silencio nace;
el único conocimiento
de mi dolor es no poder
narrar la noche
hasta el amanecer.
Suena la música y lloro,
la pena que me duele
la recogí en la sombra,
en el recordado banco
en donde me senté
una vez.
Las bocanadas de brisa
van y regresan, el fuego
que viene del mediodía
parece cercano y afable;
la ventolera ya no viste
de negro o en balde,
la penumbra ya no sale
a reír como hoy o ayer.
Suena la música y estoy
contigo, aquí.
 
 
LLEGAR A LA CUMBRE
 
Mirar al interior
y contemplar lo posible
es como llegar a la cumbre
de lo infinito y lo eterno,
de aquello que se silencia
debajo de la capa del sol.
No dejar que el tiempo
desoje toda inspiración,
es estar ahora, más allá
de los derrumbes,
del susto y las emociones
que me acontecen.
            Mirar al interior
            es desear elevar un astro
            para mi memoria,
            y en deletreo me dictara
            toda la fe y la esperanza.
            No dejar que mi sonrisa
            se pierda en el ocaso,
            en el perenne sufrimiento
            que cargo de ser y estar,
            en unión con mi virtud.
            Volver a donde aún no he
            ido, a donde jamás andaré
            mientras no amanezca.




"Pensamientos Morados"
Lapices de colores y pastel


SON DE JUNIO
Que las lluvias no toquen la hondura de mi alma,
que no se dejen ver mis lágrimas que pertenecen
a un mundo segregado, dividido entre el sufrimiento

y la alegría.
En este mes, cuando las sombras se hacen más leves,
cuando el caída llega a la cúspide del infinito sentir,
ahí me veo contando los días, llorando en soledad
la dicha o narrando las nostalgias del ayer.
Y debería ser virtuoso, azul de prosperidades,
lleno de esa inmensa raíz que se extiende por debajo
de la cuenca de un río y por encima de la atmosfera
que tiende sus dádivas al sol y a la misericordia.
Mes de rozar mis agravios contra contén de la acera
y ver que ya nada es justo y que es siempre posible
revestirse una de añil, o de ribera, ausente de color
o de la sangre más pura.
Mi alegría no puede ser efímera o viajera, no puede
ser que los  treinta días se esfumen como las flores
escondidas de la tierra, montadas hacia la eternidad
de algún paraíso que ignoro.
Este mes ha sido un mes atrasado, colmado de sol
y abrazado a la luna y a sus acompañantes,
de verdoso hilo atado a mi corazón, hecho de razón
como en los cuentos...



noris capin