Yo no me río de lo que me sucede
ni me alejo de las palabras que escribo.
Yo veo la soledad como una hermana
y de la mano a ella me arrimo.
Todo para mí es poesía, y duermo
con las palabras, las apunto
en tantos tableros, las recuerdo
en agradable sinfonía.
Pero yo no me río, tomo en serio
mis apacibles cantos y los coloco
debajo de la sombra.
Nadie los lee, nadie los nombra;
no son falsos sus escalofríos,
no son de piedra sus ademanes
sombrios ni son de roca...
Son ciertos.
En cada uno se respira los afanes,
las misericordias, las honradeces
que me alejan, las pérdidas
que me estremecen, el eco
que me estremecen, el eco
que no se va como la muerte.
Yo no me río de lo que me sucede
y ato mis palabras a los eslabones
que me liberan, que me tiemblan
cuando todo está en silencio.
como se divide el tiempo en dos
trazos: de alegría y de llanto
y los guardo hasta el amanecer.
de espanto, en tragedia humana
y sin piedad me los aguanto,
en cada hora de andar descalza
en el recorrer del sustento.
No, por la gracia de Dios, no me río
ni me divierto del tono en que voy,
o vierto mi inspiración en el color
de sangre -porque yo ya engendro
sangre- que de mis venas germina.
Y rezo al sol que no me abandona
y lo hago apacible, lo beso,
y le profeso fe entre mis brazos.
Pero no me río, no me avergüenzo
de mis aburrimientos ni los cubro
de ese eco vivaz, de esa hoguera
fugaz, de ese sobretodo de pana
con que me cubrí el cuerpo al salir
de la patria.
Y sigo, en ese andar casi dormido,
tomando el flujo de los dilemas
-que hago míos- no por amor al arte
o ¿es por amor al arte? -aclaro-.
Y siento golpes agitar mis versos,
los veo tambalear por la calzada
oscura, lo escucho palpitar,
los veo durar como el invierno
que me flagela.
oscura, lo escucho palpitar,
los veo durar como el invierno
que me flagela.
Mas no me gozo de mi empeño
de recuperar mi aliento de niña,
de encender la llama del calvario
para nunca amortiguar el olvido
en dónde nunca estarás.
Y en desazón me guardo la vida
que me restablece como imagen
viva, no como la piedra muerta,
sino con la insistencia de convivir
por siempre entre las flores.
Convivir entre las flores
"Ella
misma hace sus colchas,
y se viste con las telas más finas."
y se viste con las telas más finas."
Proverbio 31:22
CONVIVIR ENTRE LAS FLORES es
un canto a la vida, a la misericordia de Dios Santo que sabe lo que hace cuando
el tiempo desoja la existencia del ser. Dios es una fuente abundante de gozo en
donde cada mujer respira tantas veces: hoy, mañana y siempre.
Para mí, la poesía, como
terapia interna, examina los rincones del ser hasta abastecerlos de vigor y
caridad por medio de las palabras. Es
como el alimento del alma poder sacar los dolores y las alegrías de una forma
espontanea y verdadera a través del vocablo o cualquier otro talento dado por
Dios.
Es como todo en la vida, que
pierde su antifaz entre los árboles y se esconde de tantos conflictos que
hieren el amor propio y los hace añico.
La vida nos detiene, en ese andar lento, casi imperceptible, en donde desfilamos
día a día. Y quizás sin darnos cuenta, tal vez sumidas en nuestro propio dolor
u olvido personal, nos alejamos de la inmensa pureza que existe en el alma.
Porque esa nube, en la que a
veces vivimos, surge siempre algo que nos alerta, algo que nos recuerda que hay
una luz al final del camino a la que debemos seguir —no a tientas— sino a paso firme sobre la tierra.
Cada una de nosotras tiene
un don a quien Dios ha otorgado, que es como un regalo para afinar las cuerdas
de la vida, para construir dentro de nosotras ALGO que siempre se descubre en
la infancia.
Es la inspiración de
cualquier talento o capacidad, la lucidez interna y espacio propio que Dios nos
brinda para ahuyentar los desafíos de la existencia.
Cada una de nosotras tiene
ese don de vida, de poder expresarse de cualquier modo en que se sienta
confortable. Y hay muchas de ustedes,
que saben que existe esa habilidad de expresión personal, que no sale a relucir
como una estrella porque no se lo permitimos.
Sean ustedes mujeres
diestras a los regalos de Dios ya que, estoy segura, cada una de ustedes tiene escondido
dentro de su ser y de sus memorias.
Y así, hay miles de talentos
escondidos en su corazones que no se experimentan —quién sabe por miedos o por complejos— o por alguna falsedad dicha en momentos de iniquidad
en contra de ustedes. Mas no se olviden
de esos talentos, que vibran en ustedes que son imprescindibles ¡déjenlo salir!, déjenlo estabilizarse en su espíritu
como una joya inigualable, como un lienzo pintado por la mano de Dios.
Dice la Palabra del Señor en Proverbios 31,10: "Mujer ejemplar no es fácil hallarla;
¡vale más que las piedras preciosas!" Amén a la Palabra
de Dios.
"The Pine Tree of Souls"
Acrílico
sobre panel de lienzo
de Noris
Capin
|
ESPACIO DE MADERA
Soy del territorio de los
sobrevivientes,
la estaca que no se mueve de lugar
cuando el cielo juega a ser
indiferente.
Vengo y voy dentro y fuera del hogar,
del cuadrado espacio de madera,
que me ve indigente al verme llorar.
Estoy hecha de hoja, y nada me
libera
del revoloteo del viento y su
trinar,
del pozo acongojado de mi torrente.
Sé que existe esa barrera de
silencio
que no traspaso cuando no me llaman
y en conmoción de pena presencio.
Y es triste y tenaz ver que el momento
me crucifica, me tiende una sorpresa;
y para quienes en verso y virtud aman,
y dejan sus infusiones en una
represa
llena, que en sutil tristeza diferencio,
debajo del árbol en donde me siento
a recorrer las palabras...
noris capin
debajo del árbol en donde me siento
a recorrer las palabras...
noris capin