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lunes, 29 de mayo de 2017

MARIPOSA Y CLAVEL

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MARIPOSA Y CLAVEL  
I
Es cierto que las niñas fantasean
y a primera hora de la mañana
juegan a ser mariposas.
Mariposas que volaban distraídas
por el pequeño monte circundante
a nuestra casa de verano.
Y yo me nombré Mariposa,
y ese nombre en vez de alejarme,
me llevaba a recorrer la espesura
de las flores al despunte del sol.
Recuerdo que era dulce mi volar
por la vida, ¡todo lo veía adorable
desde mis ojos de alas mañaneras!:
ojos que lograban elevarse hasta
la misma eternidad.
Mi amigo aliado se llamaba Clavel
¡no sé de dónde saqué su nombre!,
pero sí sé que era mi acompañante,
mi amigo de juegos; el imaginado
personaje, mi enamorado oloroso...
Tenía yo alrededor de diez años,
cuando mi imaginada flor accedió
a volar conmigo por los desvíos
y los pinos altos de mis sueños.

 
II
Y como la fantasía que precede
las imagenes de las irrealidades
de las niñas, Clavel acabó siendo
un recuerdo, un refugio asomado
en la llanura, siempre nítido
el dibujo de su perfil en mi mente.  
Los rostros y el cuento quedaron
en la percha de los años atesorando
polvo, atando hojas para que fuesen
ramas, persiguiendo la dicha
para que no huyeran de la ilusión;
 para que fuesen eternas luciérnagas
de luz y de recuerdos.
Siempre seré la mariposa del aire,
la que no deja de volar por el campo,
la que aún recuerda sus fantasías
unida a Clavel que habrá de volver
a volar conmigo siempre.
 
 

Cuento poético de Noris Capín

®

 

 

domingo, 30 de abril de 2017

La fe en nuestros tiempos

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Imagen tomada de la Internet

La fe en nuestros tiempos

Por eso les digo que todo lo que ustedes pidan en oración, crean que ya lo han conseguido, y lo recibirán.

                                                                                          Marcos 11:24

En el orden espiritual, el hombre, desde que tiene uso de la razón, ha estado en una posición de descubrimiento, de aventura y de exploración.   Es difícil entender que estamos rodeados y salpicados por la sal de la tierra, de manera que toda la victoria se debe a la inquisición del hombre por salir adelante.  Necesitamos indagar la razón de la vida, las tenemos que palpar, pensar y descubrir para que formen parte de ese deseo de reconocer el desbordante conocimiento de lo interno y externo que nos rodea.  Es evidente que el hombre siente el impulso de asomarse al mundo para ver la vida desde otro ámbito más esperanzador.  Es admirable, que al ponernos en contacto con el universo, —cada vez más complicado— sentimos  la necesidad de desear más de la vida, de mejorarla y  hacerla más placentera por medio de la fe.
Pero ¿Qué es la fe? ¿En qué consiste? ¿Por qué no la podemos atrapar, pensar y descubrir? La fe es una virtud sobrenatural que no tiene explicación, pero que sabemos es plenaria y eterna a través de la creencia en Dios.   La fe es una de las tres bondades espirituales que nos declara Dios en 1 Corintios 13:13 y que dice así:  Tres cosas hay que son permanentes: la fe, la esperanza y el amor.  Debido a la fe conocemos a Dios llegando hasta Él en oración y los deseos de esperar con certeza que "algo favorable va a suceder".    La fe nace del alma, de la magnitud interna del ser humano, del cimiento que sujeta a nuestros cuerpos en armonía a través del Espíritu Santo. 
La Palabra de Dios nos dice en 1 Pedro 1:8-9 Ustedes aman a Jesucristo, aunque no lo han visto; y ahora, creyendo en él sin haberlo visto, se alegran con una alegría tan grande y gloriosa que no pueden expresarla con palabras, porque están alcanzando la meta de su fe, que es la salvación.
Cuando decimos: "Yo creo, Señor" le estamos dando autoridad a Dios para que Él haga Su santa y divina voluntad.  Cuando decimos "Yo creo, Señor" estamos fortificando la confianza y la plenitud sagrada.  Nuestro ser está abierto y dispuesto a recibir a la misericordia del Señor  y no el clamor de la sociedad en donde vivimos.
Son muchas las cualidades que representan la fe, porque, además de sobrenatural (porque es un sentir intrínseco y milagroso) a la vez es firme, serena y compartible. A través de la lectura de la Palabra, podemos apreciar el mensaje de salvación que nos advierte que hay certitud y espera. 
Por otro lado la incredulidad del ser se convierte en desafío y resistencia, en soberbia, orgullo y vanidad que no responde al llamado de Dios. El incrédulo duda la presencia de Dios y no reconoce el cuño real puesto en el ser humano a la hora del nacimiento.  Entendamos que la fe no es una alianza forzada sino un don y una corona para el creyente. Dice la Palabra de Dios en Santiago 1:6 lo siguiente: Pero tiene que pedir con fe, sin dudar nada; porque el que duda es como una ola del mar, que el viento lleva de un lado a otro.
Lo que nos revela la fe es justo, es para el bien de todos, para que la esperanza florezca,  se contagie y se viva plenamente en un mundo de paz y concordia.  
La fe en nuestros tiempos caduca, se pierde entre los teléfonos y los medios de comunicación; la nueva moda de dejar a Dios a un lado no es como para aplaudirla o dejarla tristemente olvidada en un rincón de la casa.  La fe hay que vivirla todos los días para que sea agradable a Dios, para la sanación íntima del ser conforme a la ordenanza establecida de generación en generación por Dios, nuestro Señor.  La vida moral consiste en ajustar los actos libres a la ley natural de Dios y ponerlos en marcha, de tal forma que Su voluntad sea observada en espíritu y verdad.
 
 Columnista de En USA News

domingo, 2 de abril de 2017

Una sola esperanza

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Obra de Noris Capin
"Resurrección"


Una sola esperanza

Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como Dios los ha llamado a una sola esperanza.  Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo;  hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos.
                                                                                                                        Efesios: 4: 4-6
 
Nuestra vida, aquí en la tierra, es un tiempo de aprendizaje que se asemeja a una rueda que da vueltas alrededor nuestro y nos hace entender que todo cambia y permanece. No tenemos conocimiento de cómo se desenvuelve nuestra existencia entre la plenitud y la carencia, entre el esplendor de los días en que todo suele ser favorable. También existen días  opuestos a la máxima totalidad del bien que nos dejan con un desequilibrio emocional por un largo tiempo.  
De igual manera, entendemos, que el vuelco que nos sorprende y nos hace alzar la guardia, nos sacude con vigor durante ciertas épocas y de vez en cuando no somos capaces de levantarnos de la acritud y seguir adelante.  ¿Por qué será? ¿qué hacemos y qué decisiones tomamos cuando sentimos que nada es propicio u oportuno para continuar viendo una vida estable y pacífica?
Cuando nos enfrentamos a esas situaciones, que nos dejan sin habla, ya sea porque no tienen sentido o porque la sorpresa nos tira al aire  —aniquilándonos— de tal forma que, resulta ineficaz poder entender por qué suceden las cosas.  Pensamos, tristemente, que la culpa de nuestra desdicha y fracaso es debido a la infracción de otros, a enfrentamientos equivocados, a disgustos nacidos de la nada y a trastornos llegados de repente a nuestra vida.
Nos volvemos como hojas frágiles que nos lleva el viento, personas sin potestad, mujeres y hombres sin fuerzas para combatir cualquier tipo de desavenencia que nos arranque de la amargura por no actuar con facultad en los momentos precisos de confusión y flaqueza.
Mas los conflictos no son situaciones que se deben tomar en broma, ni ignorarse.  Las batallas emocionales hay que enfrentarlas con inteligencia, con reflexión junto a la oración —que suele ser más efectiva que cualquier otro método para solucionar cualquier dificultad personal—.
Desafortunadamente, la vida nos lleva por caminos espinosos, por sendas prácticamente intransitables, por ríos demasiado profundos y montañas inaccesibles. Sin embargo cuando tomamos la rienda de nuestra existencia y cuando nos damos cuentas de que sí podemos transformar las cosas en situaciones controladas y aceptables, somos dignas de aceptar cualquier escenario indeseable.
Yo creo que lo más difícil es la confrontación con otros seres humanos —ya sea laboral, familiar, social o espiritual— llevándonos a un estado de lobreguez y penuria. El enfrentamiento suele ser catastrófico cuando las palabras escasean, cuando la timidez predomina, cuando la batalla persiste escalando hasta la agresividad.  Toda ofensa tiene tanto potencial como para causar una brecha permanente en una relación, cualquiera que esta sea.
Dice la Palabra de Dios ¡Vean qué bueno y agradable es  que los hermanos vivan unidos!
Es como el buen perfume que corre por la cabeza de los religiosos y baja por su barba
hasta el cuello de su ropaje.
Así debemos nosotras ser en este corto viaje de vida, ungidos con los aceites de la misericordia y los aromas de sensibilidad hacia nosotros mismos, con la ternura inicial de una niño, con la humildad que nos viste con los mejores ajuares del Señor.  Pero hay entornos y personajes que aparecen como fantasmas que nos encallecen la vía y muchas veces es imposible ser sensibles, humildes y tiernos. 
Las Escrituras declaran que Dios Todopoderoso literalmente envía bendiciones diariamente, señas, gracias y dones muy difíciles de obviar. Dios nos dirige y nos encamina a meditar los rasguños del hermano y las facturas del pasado que no podemos olvidar. Él insiste en la sanación integral de todo ser humano para vivir una vida fuera de lo común, una vida plena en Su piedad sanadora. Él mismo nos frena la lengua cuando las palabras hieren la dignidad de otros, Dios en Su inmensa bondad nos advierte cuando en silencio delatamos nuestra impaciencia con actos imperdonables y crueles.
Y para terminar esta reflexión acerca de cómo enfrentarnos a las confrontaciones diarias, les quiero decir que no es fácil aceptar que hemos errado, no es cómodo sentirse que hemos ofendido a otros porque hemos actuado defensivamente en una conversación entre amigos. No es como para salir de fiesta y reír cuando a sabiendas hemos pecado en contra del hermano.
Sean humildes y amables; tengan paciencia y sopórtense unos a otros con amor;  procuren mantener la unidad que proviene del Espíritu Santo, por medio de la paz que une a todos. Efesios 4 : 2,3 de acuerdo a la Palabra Santísima de Dios.  Amén, Amén.
 
 
Noris Capin