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domingo, 2 de abril de 2017

Una sola esperanza

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Obra de Noris Capin
"Resurrección"


Una sola esperanza

Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como Dios los ha llamado a una sola esperanza.  Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo;  hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos.
                                                                                                                        Efesios: 4: 4-6
 
Nuestra vida, aquí en la tierra, es un tiempo de aprendizaje que se asemeja a una rueda que da vueltas alrededor nuestro y nos hace entender que todo cambia y permanece. No tenemos conocimiento de cómo se desenvuelve nuestra existencia entre la plenitud y la carencia, entre el esplendor de los días en que todo suele ser favorable. También existen días  opuestos a la máxima totalidad del bien que nos dejan con un desequilibrio emocional por un largo tiempo.  
De igual manera, entendemos, que el vuelco que nos sorprende y nos hace alzar la guardia, nos sacude con vigor durante ciertas épocas y de vez en cuando no somos capaces de levantarnos de la acritud y seguir adelante.  ¿Por qué será? ¿qué hacemos y qué decisiones tomamos cuando sentimos que nada es propicio u oportuno para continuar viendo una vida estable y pacífica?
Cuando nos enfrentamos a esas situaciones, que nos dejan sin habla, ya sea porque no tienen sentido o porque la sorpresa nos tira al aire  —aniquilándonos— de tal forma que, resulta ineficaz poder entender por qué suceden las cosas.  Pensamos, tristemente, que la culpa de nuestra desdicha y fracaso es debido a la infracción de otros, a enfrentamientos equivocados, a disgustos nacidos de la nada y a trastornos llegados de repente a nuestra vida.
Nos volvemos como hojas frágiles que nos lleva el viento, personas sin potestad, mujeres y hombres sin fuerzas para combatir cualquier tipo de desavenencia que nos arranque de la amargura por no actuar con facultad en los momentos precisos de confusión y flaqueza.
Mas los conflictos no son situaciones que se deben tomar en broma, ni ignorarse.  Las batallas emocionales hay que enfrentarlas con inteligencia, con reflexión junto a la oración —que suele ser más efectiva que cualquier otro método para solucionar cualquier dificultad personal—.
Desafortunadamente, la vida nos lleva por caminos espinosos, por sendas prácticamente intransitables, por ríos demasiado profundos y montañas inaccesibles. Sin embargo cuando tomamos la rienda de nuestra existencia y cuando nos damos cuentas de que sí podemos transformar las cosas en situaciones controladas y aceptables, somos dignas de aceptar cualquier escenario indeseable.
Yo creo que lo más difícil es la confrontación con otros seres humanos —ya sea laboral, familiar, social o espiritual— llevándonos a un estado de lobreguez y penuria. El enfrentamiento suele ser catastrófico cuando las palabras escasean, cuando la timidez predomina, cuando la batalla persiste escalando hasta la agresividad.  Toda ofensa tiene tanto potencial como para causar una brecha permanente en una relación, cualquiera que esta sea.
Dice la Palabra de Dios ¡Vean qué bueno y agradable es  que los hermanos vivan unidos!
Es como el buen perfume que corre por la cabeza de los religiosos y baja por su barba
hasta el cuello de su ropaje.
Así debemos nosotras ser en este corto viaje de vida, ungidos con los aceites de la misericordia y los aromas de sensibilidad hacia nosotros mismos, con la ternura inicial de una niño, con la humildad que nos viste con los mejores ajuares del Señor.  Pero hay entornos y personajes que aparecen como fantasmas que nos encallecen la vía y muchas veces es imposible ser sensibles, humildes y tiernos. 
Las Escrituras declaran que Dios Todopoderoso literalmente envía bendiciones diariamente, señas, gracias y dones muy difíciles de obviar. Dios nos dirige y nos encamina a meditar los rasguños del hermano y las facturas del pasado que no podemos olvidar. Él insiste en la sanación integral de todo ser humano para vivir una vida fuera de lo común, una vida plena en Su piedad sanadora. Él mismo nos frena la lengua cuando las palabras hieren la dignidad de otros, Dios en Su inmensa bondad nos advierte cuando en silencio delatamos nuestra impaciencia con actos imperdonables y crueles.
Y para terminar esta reflexión acerca de cómo enfrentarnos a las confrontaciones diarias, les quiero decir que no es fácil aceptar que hemos errado, no es cómodo sentirse que hemos ofendido a otros porque hemos actuado defensivamente en una conversación entre amigos. No es como para salir de fiesta y reír cuando a sabiendas hemos pecado en contra del hermano.
Sean humildes y amables; tengan paciencia y sopórtense unos a otros con amor;  procuren mantener la unidad que proviene del Espíritu Santo, por medio de la paz que une a todos. Efesios 4 : 2,3 de acuerdo a la Palabra Santísima de Dios.  Amén, Amén.
 
 
Noris Capin

2 comentarios:

  1. Un placer el haberte encontrado y leído

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  2. Olá Noris,
    gosto dos seus textos e desses desenhos com lápis de cor- muito bons!
    Um abraço

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