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domingo, 8 de febrero de 2015

DIME, AMOR DE MI VIDA

VISITANTES: 200





 
 
 
El amor jamás dejará de existir
“Dime, amor de mi vida,
¿dónde apacientas tus rebaños?,
¿dónde los llevas a descansar
al mediodía?
                                                                                 Cantares 1: 7

 Es imperioso hablar de la importancia del amor, cuando suceden tantas cosas en el mundo que nos apartan de la creencia de que el amor no existe en la vida del hombre. Que al expresarse en palabras al igual que en hechos, los medios de comunicación nos informan de las verdades de la vida real  distorsionando la voluntad y la armonía que tenemos y debemos de observar.
¿Entonces qué pasa cuando leemos tantas calamidades y vemos tantos deterioros arribar diariamente
como si fuese una avalancha de nieve cubriendo la luz total el amor? ¿Es pues, agradable, sentir el dolor de los hombres, cuando se exponen sus tristezas al mundo que es, al final, indiferente al dolor humano? ¿Qué sucede cuando vemos los desparpajos anidar los desalientos y las atrocidades como parte del inicio oficial del día? 
No, no se puede creer en todo lo que expresan los diarios dentro del corazón o dentro de la crisis mundial de nuestros tiempos; debemos pues, por cuenta propia, salir a buscar las bendiciones de Dios en los seres humanos como un anuncio en contra de la vileza salvaje del mundo. Hay algo que no está funcionando…
Pero siempre ha sido así, la humanidad no cambia ni cambiará nunca; no mejora su actitud ante la evolución propia de las épocas y empeora cada día más el respeto y la bondad que corresponde a cada uno de nosotros. Para no vivir en esa especulación e incredulidad que decepciona y destruye a los pueblos, debemos de fomentar el amor verdadero desde el corazón, desde el íntimo sentir del alma.
Mas el amor existe: se palpa, se siente en el aire pero no se expresa debidamente. Si no existiesen las columnas o artículos como este, toda la esencia del amor se escondería dentro de los pliegos y plumas que escriben de todo, menos del sentimiento que rige al ser humano: el amor.
Y sólo se habla de la última noticia: ensordecedora, extrema, muy difícil de comprender dentro y fuera del lapso grotesco en que vivimos.  Nuestro tiempo, que grita y llora desesperadamente los infortunios y las desgracias de la vida, obvian el sentir próspero del afecto que se oculta detrás de la miseria.
El amor que se desdobla en la Biblia, en el Cantar de los Cantares, es el amor que no se compra ni se vende sino que se extiende, se dona, se favorece por sobre todas las cosas. El cantar de los Cantares fue escrito para exaltar “el mejor (o más bello) de los cantares”. Dividido en seis poemas o cantos, y bajo la forma de diálogo entre el amado y la amada, con la ocasional intervención de un grupo de acompañantes –como un coro celestial– exaltando el amor sincero, puro y límpido entre dos personas.
Algunos de sus cánticos parecen ser atrevidos y han de considerarse a la luz de otro tiempo y de un medio en que prevalecía la sencillez y la naturalidad tan característica de estos cantos nupciales.
¿Por qué no se cantan ahora como cantó Salomón las sonatas dirigidas al amor? ¿Y por qué no podemos dedicarle un minuto al amor como Dios manda, sin que salgan a relucir las depravaciones del mundo?
El amor es lo único que transforma al hombre y lo humaniza y lo convierte en un ser admirable, es el sentimiento que nace del corazón, desde la delicada ola de virtud en que se completa la santísima plenitud de la vida.
El amor es un don de Dios que viene a rescatar lo puro y logra salir de la oscuridad que quiebra la divinidad de todo lo divino en copa de bronce, que ha llegado para redimirnos de las miserias, de los dolores en que somos siempre los perdedores.
El amor es la oración que suplica el alma todos los días, la única bandera que cubre el cuerpo en tiempos de falsos dioses, en días de desolación cuando el temor y las dudas son el eterno sacrilegio vibrando en el tiempo en que vivimos.
El amor prevalece aunque existan inconvenientes y se pierda la gratitud nata del hombre, la grata cortesía, el saludo cordial en las mañanas, el agradecimiento, el cariño y la amistad, la simpatía, la benevolencia, la compasión, la dulzura y caridad entre la gente.   Pero todas esas virtudes hay que aclamarlas, hacerlas nuestras, propagarlas como se propaga el fuego en tiempos de victoria.  
El amor jamás dejará de existir, de ningún modo veremos irse la esencia que nos depara Dios disolverse en el corto tiempo en que vivimos, y que es parte del tiempo que gustamos como dice este Versículo del Cantar de los Cantares: “Mi amado me dijo: «Levántate, amor mío; anda, cariño, vamos. ¡Mira! El invierno ha pasado y con él se han ido las lluvias. Ya han brotado flores en el campo, ya ha llegado el tiempo de cantar, ya se escucha en nuestra tierra el arrullo de las tórtolas. Ya tiene higos la higuera, y los viñedos esparcen su aroma” Capítulo 2: 10,13.

 Noris Capin



Trabajo manual hecho de papel por Noris Capin
 

EN LA TARDE

No habrá ida
ni vuelta
a los salones
en donde vi
su risa, detrás
de los edificios
agrupados,
de artificiales
árboles,
de sofisticados
sueños
en donde 
nada es cierto,
en donde todo
es imperfecto
como el amor.
Las voces suenan
como en días
plenos de olvido,
de hierba azul,
de amor triste
en la tarde.

 
 
PLENITUD DE AMOR
Permite que el destino te sorprenda
y que el amor en ti permanezca
como un río fértil, como una prenda
fresca sobre tus hombros.
Que el destino te descubra y el amor
te sonría como nunca, con la certeza
de que será para siempre su plenitud
entre las flores.
Que el recuerdo no envejezca,
que tus ojos no lloren frente a Dios,
frente a la ofensa, que no se pierda
la más mínima juventud de tus ojos
desde el ocaso y hasta que amanezca.

 

domingo, 4 de mayo de 2014

SON DE NADIE

VISITANTES: 100



La niña de los ojos tristes
 
Va y viene la niña de los ojos
tristes. No tiene origen ni final.
Ella viene y va con un juguete
tapando huecos del naciente.
Tratando de que el camino sea
propicio a los recuerdos.
Aquí está y como es indiscutible
ya no sonríe, no tiene opinión,
no tiene dichos de la patria.
Va triste en medio de la selva,
viendo que ya no va a sonreír
nunca más.

 
 
¡Aprovechemos bien el tiempo!
¿Quién puede contar los granos de la arena del mar,
las gotas de lluvia, o los días de la eternidad?
                                                                                          Eclesiástico 1:2
El autor del bellísimo libro de Eclesiástico se abre para darnos múltiples consejos a cada una de nosotros acerca del tiempo en que vivimos.  Recomendaciones y advertencias que, en pocas y muchas palabras, nos muestra los tesoros escondidos de la vida.
La sabiduría, tales como ésta: "Hijo mío, aprovecha el tiempo, y huye del mal" nos alerta hacia una existencia plena y nos forma la consciencia de su fragilidad.  Esa divina enseñanza nos prepara, nos hace meditar que hay muchos momentos para entender el precio de su sagrada inmensidad. 
El tiempo nos educa para que sepamos que todas las situaciones tienen un comenzar y un fin y que  nada es eterno ni estable como la fe que nos instruye y nos ilumina.  El Espíritu de Dios nos inculca tanta sutileza y verdad que, a pesar de los maltratos de la vida, somos capaces de entender que el tiempo no dice la última palabra.
La última palabra la decimos nosotros, con la ayuda de Dios, cuando nuestras obras tienden a ser basadas en Su Palabra sin cuestionamientos terrenales, por supuesto.  Ella nos confiesa, sin reparos, lo que tenemos y debemos de hacer en tiempos de alegría y tristeza y nos dice y nos confirma la verdad.  Y el tiempo, tan frágil y escurridizo, tan impersonal y tan enorme, nos lleva de un lado a otro
casi siempre sobrecargados de acritud y destemplanza. Pero no tiene que ser así si sabemos de dónde viene la justicia de Dios y a donde nos lleva Su misericordia. 
Pues qué, tan preciado e incansable es el tiempo, que algunas veces nos aleja de lo que evidentemente es importante. Entendámonos... ¿Qué es el tiempo?
Desde el punto de vista de un filósofo quien nos diría que:  «El tiempo es la duración de un ser sucesivo» eso nos deja con una sensación de inestabilidad... ¿Qué quiere decir eso?
Un poeta nos señalaría: «El tiempo es la imagen de toda inmortalidad  y plenitud». Yo diría que "El tiempo es el encantamiento del ser humano, una pizca de aliento en las manos del viento".
Nuestra vida corta o larga— está basada en el tiempo que no deja de correr como si fuese normal el caminar inquieto del reloj. El tiempo no toma en cuenta de qué modo lo utilizamos.
¿Cuál es el concepto del tiempo? ¿Qué nos trae sino tardanzas y prisas, abundancias y escaseces, miserias y dichas?...
Diría que el tiempo es el contar de un respiro —casi imposible de tocar, casi inalcanzable y ameno, totalmente grato e improbable y que no se puede abrazar.  Y es por eso que les debo decir que el tiempo es una ola que no deja rebotar su agua contra la arena del alma.
Las tres propiedades que tiene el tiempo, a mi parecer, son tres: 1) El tiempo es fugas en su curso cotidiano.  2) El tiempo es bribón en su decisión de armonía. 3)  El tiempo es temible en su duelo y combate. (Es por tanto es muy sabio y original).
Abundan en la Santas Escrituras las bella metáforas que se pregona la brevedad de la vida del hombre. Y se compara a la saeta que sale disparada de un arco, que silba levemente al pasar y enseguida queda clavada en el blanco. ¿Así es nuestra vida?
¿Qué haremos para aprovechar el tiempo de gracia? ¿Qué planes serían los gratos para seguir insistiendo en su santa e increíble eventualidad?
Pues simplemente viviendo y aceptando los planes de Dios, haciendo la vida llevadera —siempre en libertad de espíritu, siempre serena a los percances, siempre en oración— y  para que el tiempo sea agradable a Dios Padre, debemos de seguir ciertas instrucciones. Santifiquemos el tiempo que nos toca vivir, hágamelos nuestro en su andar apresurado. Cuídemelo.  Como dice la Palabra de Dios:  «Obremos el bien, ahora que tenemos tiempo» Amén.
 
 
Detalle de  la obra "Flor de Mayo"
por Noris Capin
 
 
SON DE NADIE
Son de nadie, mío,
son del hermano,
de brío, de nadie.
Suena por el agua
la calle, la hierba
junto al rocío
quiebra, desagua
el río  refrescando
tu siembra.
 
En ti se escucha
la hacienda
llenarse de voces,
de arrullos y lirios
divinos, de sones
en pleno fulgor.
Son de nadie, tuyo,
mío, son de papel
fornido, de verso
manso, sollozado
como el cuerpo
ido del amor.
noris capin

domingo, 2 de febrero de 2014

Hablar del amor

155 VISITANTES
El amor es una lámpara
encendida, dice la Palabra
de Dios.
Hablar del amor, es hablar de Dios
¡Qué hermosa eres, amor mío, qué hermosa eres!
¡Tus ojos son dos palomas!

                                                                   Cantares 1:15
 

Hablar del amor es fácil, tan fácil, que las palabras salen por sí solas. En este mes, mes del amor y la amistad, encuentro las palabras necesarias para celebrar el sentimiento que sale del corazón y que rige al ser humano con pompas y esplendores (como el amor de Dios dado al ser humano en grandes cantidades, sin límites, con honores, dignidad y respeto.)
Porque el amor desciende del alma como cascadas de frutas frescas, como la llovizna que moja la vida de aguas excelsas, de ese sabor a vida y a miel como la Palabra de Dios que leemos en el libro del Cantar de los Cantares.
Hablar del amor enternece los sentidos del ser humano y los lleva a los recónditos lugares en donde han crecido los árboles, en donde en cada estación la vida se vistió de júbilo y canciones, de flores y nuevas luces de abundante nitidez.
Y el amor lo abarca todo, porque sin amor no existiría el desear el bien que nace de Dios hacia otras personas viviendo y reinando en el interior del ser y, por más que los dolores y los contratiempos digan lo contrario, el amor triunfa. El amor cualquier amor ya sea el amor de madre, de hermana, de esposa o hija, florece y queda como un bálsamo de gozo y destello, de eterna concordancia en la vida de cada ser que ama y agradece ser amado.
El amor nunca lo oscurece el tiempo, ya que la luz de sus cimientos retoca y da fuerzas a todos los puntos cardinales de la tierra y los reverdece, los lleva por caminos de piedras duras y las llena de una fuerza interior que abarca los pasillos de color, de intensa lucha...
El verdadero amor no tiene barreras, ni sombras, ni piedras que desvíen su curso; es incondicional, quiero decir, es absoluto, completo, ilimitado y devoto, lleno de fuerza, de poderío, de robustez que brota y late desde el origen en donde se enraíza y crece, en donde se establece y se fija a las fibras del corazón. El amor no duerme ni se confunde nunca.
Oh, el amor de Dios que es comparable al amor que depositó en el hombre propaga una especie de semilla reparadora que prospera y trepa hasta llegar al mismo cielo en donde habita bajo la misericordia de Dios.
Hablar del amor es conseguir que en cada situación salgan a florecer las noblezas y los homenajes que, dicho sea de paso, se expresa, claramente, en la Palabra de Dios en Cantares 6:11,12: "Fui al bosque de los nogales a admirar el verdor en el arroyo; quería ver los brotes de los viñedos y las flores de los granados."
El libro de los Cantares es el mejor (o lo más bello) de los capítulos bíblicos, que se deleita en su carácter afectuoso y apacible, henchido de una intensidad que cumple su propósito de divinidad y beldad por sobre todas las cosas. El Cantar de los Cantares es, por excelencia, como un coro de ángeles asomando en medio de la vida en donde se pierde, algunas veces, la esencia que Dios nos otorgó para el bienestar personal y del ser amado. 
El amor nos salva en los escenarios dolorosos, de pérdidas, de muerte y de amargas soledades; el amor cumple su misión de amor limpiando las situaciones lastimosas y lamentables que pueden hurgar el centro pulcro y saludable del ser humano.  

Hablar del amor, es hablar de Dios, de sus bondades, de la plenitud que nos viste en medio del tiempo en que somos como una vasija frágil, indefensos ante las fiebres del dolor; cuando no sabemos ni comprendemos si es tiempo de reír o de llorar, de cantar o de silenciar ante tanto sufrimiento.  Hablar del amor de Dios, es decir que desde el corazón de Dios, nos llegan lluvias de armonía aunque no la veamos caer—porque todo es un plan que no falla en medio de la felicidad o la tristeza.

 Llévame grabada en tu corazón, ¡llévame grabada en tu brazo! El amor es inquebrantable como la muerte; la pasión, inflexible como el sepulcro.¡El fuego ardiente del amor es una llama divina! Cantar de los Cantares Capítulo 8:6.



PLENITUD DE AMOR


Permite que el destino te sorprenda
y que el amor en ti permanezca
como un río fértil, como una prenda

de luz sobre tus hombros.

Que el destino te descubra y el amor

te sonría como nunca, con la certeza

de que será para siempre su plenitud

entre las flores.

Que el recuerdo no envejezca,

que tus ojos no lloren frente a Dios,

frente a la ofensa, que no se pierda

la mínima juventud de tus ojos.

 

                                      ©Noris Capín 



 
 
"La aridez del cactus es como el licor
de duras hojas, anchas y puntiagudas,
con espinas y sin rezos al despertar."
Obra sin terminar de N.C. en acuarela.

 

Doy oídos a Bocelli
 
Hoy decidí dar oídos a Bocelli
y estar como cuando estaba
 tirada en la hierba,
y en mano una ancha cuartilla.
Escribir alguna casualidad
de orilla es como decir nada
a las tantas de la madrugada.
Perderme en el refajo de la luz
y, de paso, colocar las palabras
en un camino doliente,
parece ser una esencia callada,
un concurso para irse en cruz
sin plumas y sin audiencia.
Yo llevo mis propias palabras
a un discurso inerte, indolente
a todos los párrafos sin decir
durante un tiempo de bruma.
Me cuesta hablar,
no me comprende la gente,
mi propia estructura de árbol
retira sus ramas silvestres
 y las llena de suave esplendor.
Hoy decidí dar oídos a Bocelli
y estar como cuando estaba
tirada en la hierba.

Gracias a mis amigas por tanto amor, gracias
por arrancarme del tiempo en que estoy.


CONCIERTO DE WILLIE NELSON

Mis amigas me sacaron del acritud del tiempo,
y me llevaron, como un pájaro herido,
a un concierto.
Válgame de quienes me aman para sacarme
del tiesto, hacerme feliz para obtener de mí
 una sonrisa.
!Fuimos a ver a Willie Nelson! artista, poeta
de simples  versos, de ochenta años  bajo
su pecho...
Grandiosa noche de música y prosa, evento
de guitarras y talento, de tanta amistad
y dedicación.

noris capin
 
 

miércoles, 30 de octubre de 2013

LOS ÁNGELES

VISITANTES 134
Johann Heinrich Vogeler (1872-1942)
"Primavera"
 
LOS ÁNGELES
 
 »No desprecien a ninguno de estos pequeños. Pues les digo que en el cielo los ángeles de ellos están mirando siempre el rostro de mi Padre celestial»
                                                                                                     Mateo 18:10

Lo primero que nosotros debemos de saber acerca de los ángeles, es que están con nosotros, unidos en lazo eterno.  Nos acogen y nos resguardan de daños y maleficios, y nos defienden de las flechas encendidas del mal.  Ellos existen, son reales aunque no tengan cuerpo, aunque no hablen de la paz o de la guerra, de la vida o de la muerte, de la alegría o del dolor. Ellos viven para agradar y hacer la voluntad de Dios a toda hora y siempre –como una bendición– más allá de nuestro terco entendimiento.
Los ángeles son seres creados por Dios, no obstante no tienen la potestad de Dios.  Son admirables criaturas, espíritus puros e inmateriales que han estado presentes en la vida de la humanidad desde el principio de la creación del hombre –y lo podemos leer en el Evangelio– la existencia de estos seres portadores de la “Buena Nueva”. En el pasaje de Éxodo 3, 2 un ángel se manifiesta como el “Ángel del Señor”.
Es importante saber que los ángeles, son leales conciliadores del bien del hombre, moderadores de la justicia, árbitros de la verdad y no la mentira.  En ningún momento son similares a Dios, porque Dios es el Supremo Ser que no tiene sustituto ni sucesor. Dios es perfecto y no hay otro ser que lo iguale.
No obstante los ángeles tienen su misión y su tarea en la tierra; un servicio antes los planes de Dios para que el ser humano camine en pos a la dignidad y muestre la Gloria de Dios en sus acciones y culpas.
Y podemos leer acerca de los ángeles ciento y ocho veces en el Antiguo Testamento como también ciento sesenta y cinco veces en el Nuevo Testamento.  Eso es más que suficiente para saber y ratificar que su presencia en la vida de cada uno de nosotros es válida.
La creencia que nos han inculcado nuestros antepasados, y aun la fe que nos promete y nos convida a saber que los ángeles son “espíritus” que se declaran como “seres de Dios” para que estemos conscientes de su existencia en nuestra vida y nos permitan un grado de protección y liberación ante los ataques deliberados del mal.  Dice la Santa Palabra de Dios en Colosenses 1, 16 que “En él Dios creó todo lo que hay en el cielo y en la tierra, tanto lo visible como lo invisible, así como los seres espirituales que tienen dominio, autoridad y poder”.
Nosotros, los seres humanos, somos “alianza de carne y espíritu” de manera que Jesús se convirtió de carne y hueso con el propósito de redimir nuestros pecados. Los ángeles, por otra parte, son delegados de Dios, no como una omnipresencia (que está en todas partes) sino más bien como un signo de espacio entre el cielo y la tierra para protegernos. Nos confirma Dios en Su Palabra que “En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni aun los ángeles del cielo, ni el Hijo. Solamente lo sabe el Padre” Mateo 24, 36.
Mas esos angelillos que nos designa Dios Santo, son ángeles de paz que vienen a reforzar los deseos de Dios de rectitud, de honra y honor para santificar el camino por donde andamos. ¿Has encontrado alguna vez a tu ángel? Le has sentido abrir la puerta de tu corazón en momentos de angustia y torpedad, de rara confusión? “Has visto o sentido a ese ángel levantarte de entre los vivos y los desdichados para hacerte sentir fe y devoción por Dios?
Los ángeles de nuestras vidas, han estado presente en los momentos de desapego, aridez, tristeza o indiferencia. Han estado allí cuando hemos sentido que la vida no tiene sentido y los conflictos y pesares suelen ser más profundos que el mar.  Esos ángeles que han estado a nuestro lado donándonos una sonrisa, una palabra de fe o un abrazo, han sido nuestros propios amigos, aquí en la tierra, ellos son los que han intentado levantarnos de las miserias de la vida y el llanto.
¿Puedes identificar a “tu ángel” cuando hablas con una persona que te alza en espíritu y verdad? ¿Cuándo te dice que hay una luz al final del horizonte, aguardándote?  Ese alguien puede ser esa persona la cual confías y su presencia resplandece tu alma cuando estás caído, cuando nada suele ser placentero a tu mirada durante el bullicio o la soledad.
Ese ángel, que Dios ha puesto en tu camino, te enseña la senda correcta, te da ese empujón que necesitas para que continúes en fe. Te anima a ser mejor persona, a ver las cosas positivas.  Ángel de la vida del hombre que te recuerda que eres apreciado y querido, que te inspira confianza ante los percances desoladores de las tinieblas del mundo. Ese ángel puede ser una persona amiga o desconocida  quien te invita a ver las situaciones de un modo espiritual, agradable a Dios y te ayuda bajo cualquier circunstancia.
Y para finalizar esta meditación de los Ángeles de Dios, les invito a confiar en el Ser más Omnipotente que puede cambiar tu vida; el único Dios que envía a Sus ángeles para protegernos.  Los ángeles más grandes de nuestros tiempos han sido aquellas personas que nos han amado hasta el último suspiro en forma de ángeles o en la vida real y, a ellos, les debemos respeto y gratitud siempre.
»Les digo que así también hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador que se convierte.» Lucas 15:10. Amén.
noris capin