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domingo, 6 de noviembre de 2011

Da gracias a Dios

Da gracias a Dios -Visitantes 80
“Te daré gracias, Señor, de todo corazón, te cantaré himnos delante de los dioses. Me arrodillaré en dirección a tu santo templo, para darte gracias por tu amor y tu verdad.”  Salmo 139:1-2

Nada es perfecto, pero a la vez, todo brilla en el sendero copioso que es el fruto eterno del Señor.  Todo es repique en este mes de noviembre: —mes de dar gracias a Dios—; mes que resulta ser de inefable bendición para todos los que vivimos en este maravilloso país, el que ahora es nuestro.


Vamos a meditar un poco acerca de la importancia de dar gracias a Dios en este día, porque, quizás, para muchos de ustedes, especialmente para las personas que han llegado aquí recientemente a este país, no saben que el jueves 25 de noviembre –que es el cuarto jueves del mes–, se celebra en los Estados Unidos un acontecimiento muy importante: el “Día de Acción de Gracias”  o “Thanksgiving” que quiere decir exactamente lo mismo.


Para aquellos que no han vivido bajo este bendecido sol, este día feriado de Acción de Gracias, es una ocasión muy especial en donde las familias y amigos se reúnen y comparten la cosecha de sus esfuerzos.  Este maravilloso tiempo consagrado ricamente por Dios, une en un fuerte abrazo a todos los inmigrantes de la nación para convertirlos en peregrinos de estas tierras.


Tú y yo somos peregrinos, caminantes que han salido de sus patrias buscando la libertad y el progreso en este país de grandes oportunidades.  Somos como aquellas mujeres y hombres extraordinarios, que arribaron en siglos pasados llenos de esperanzas y expectativas para ser parte de lo maravilloso y fecundo de un mundo nuevo; para dar lo mejor de nosotros mismos y para ayudar a iniciar una vida abundante para nuestros hijos.


En ese día de dar gracias, las familias y las amistades se congregan para compartir y satisfacer la mesa de increíbles platos tradicionales como: el pavo, el maíz, el pan casero, las verduras, el puré de papas con “gravy” (que es la salsa sacada del jugo del pavo y los productos de la tierra). 


Sin embargo, hay una tradición más arraigada y más honda que llega más allá del pavo, del maíz y la torta.  Y esa costumbre, de raíces atadas a otra cultura, abierta al compartir y enseñar nuevos métodos de cultivo, llegó a ser una ofrenda para los aborígenes del país en el año 1623, cuando los ingleses cristianos introdujeron la fe y los comestibles a los nativos de esta nación. El tratado amistoso fue para afianzar la alianza entre dos culturas, para reconocer a Dios y dar gracias a la vida y por los frutos del campo y la amistad. 


Pero, fíjense, amigos, que maravilla es poder sentarte a la mesa y ser parte de los alimentos que Dios brinda y promete a sus hijos.  Qué agradable e importante es para tus hijos que ellos tengan estas tradiciones que realzan la unión familiar y la mención de Dios Todopoderoso a la hora de la cena.


Es necesario que en ese día de alabanza y gozo, te acerques a otra familia que está sola en este país, y permítete abrir la puerta de tu casa en un signo de amor hacia tus semejantes y a Dios. En este país y, debido a la ausencia física de la familia propia, es imperioso hacer de las amistades una familia; y es por eso que en este tiempo de observación familiar y amor, se reviva el sentido filial para que siempre exista el don de la familia y el amor.  Eso es importante.


Dice la Palabra de Dios en el Salmo 40, Versículo 5 y dice lo siguiente: “Señor y Dios mío, muchas son las maravillas que tú has hecho y las consideraciones que no tienes. ¡Nada es comparable a ti! Quisiera anunciarlas, hablar de ellas, pero son más de las que puedo contar”


Ese día, amigos, es un día que no puedes pasar por alto, es un día en que respondes a la Gracia de Dios en ti: participe de la luz divina que entra y se estaciona en tu alma, para ser audiencia y voz por medio de Su espíritu.  Abre las puertas de tu casa, llénala de amigos y familiares y ofréceles la ración que logrará serte miembro del pan que doran tus manos día a día. 


Este es el tiempo del Señor, la víspera del nacimiento de Jesús; el día que Dios ha apartado para que tú sepas que hay que honrar y hacer un paréntesis a todos los desvaríos de la vida; a ser fiel a Sus mandatos como hija o hijo predilecto que eres, como padre de familia, como mujer y sierva de Dios y de tu familia; para que las miserias de la vida y los dolores que ensangrientan tus surcos, sean ranuras de bendiciones irrigadas con el agua de la vida y la alegría.


Da gracias a Dios siempre, en los momentos tristes y en los instantes de rebeldía y orgullo; sé amable con las personas que compartes tu vida y da gracias a Dios por tu propia vida y porque saliste –como yo– de la nada, del polvo, del barro y de un vientre que dio gracias a Dios por ti también.



DA GRACIAS A DIOS

 De una bolsa llena salen las frutas
para nutrir lo mucho que has logrado
cosechar: surcos repletos, que desde
tu ser se lanzan al brío de la tierra;
para enumerar lo copioso y lo digno
de la siembra y colecta de los años…

Y no hace más que unos años,
—a los ojos de Dios Santo—,
tú no existías y ni tan siquiera
eras una certeza sino un fino polvo
en el espacio de la nada…
¿Dónde residías en aquel tiempo?
—antes de nacer— cuando el mundo
daba vueltas desde hace millones
y miles de siglos y aún no había  
señal de vida en ti.
¿Dónde estabas?

Dios en su inmensa misericordia,
te ha sacado de la nada, para darte
el ser que eres —sin necesidad
de ti— sino que por su amor has
llegado a ser luz y misericordia;
para dar gracias desde el despuntar
del día hasta que amanece el sol
con su gentil divinidad.

Da gracias a Dios, desde la puesta,
desde el comenzar que resplandece
ante tus ojos todos los días, a toda
hora y, a pesar de todo, da gracias
a Dios siempre.

VISITANTES 66