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Aprovechemos bien el tiempo
¿Quién
puede contar los granos de la arena del mar,
las gotas de lluvia, o los días de la eternidad?
las gotas de lluvia, o los días de la eternidad?
Eclesiástico 1:2
El autor del bellísimo libro
de Eclesiástico se nos brinda para darnos múltiples consejos a cada uno de
nosotros acerca del tiempo en que vivimos.
Recomendaciones y advertencias que, en pocas y muchas palabras, nos
muestra los tesoros escondidos de la vida.
La sabiduría tales como ésta:
"Hijo mío, aprovecha el tiempo, y huye del mal" nos alerta hacia una
existencia plena y nos forma la consciencia de su fragilidad. Esa divina enseñanza nos prepara, nos hace
meditar que hay muchos momentos para entender el precio de su sagrada inmensidad.
El tiempo nos educa para que
sepamos que todas las situaciones tienen un comenzar y un fin y que nada es eterno ni estable como la fe que nos
instruye y nos ilumina. El Espíritu de Dios nos
inculca tanta sutileza y verdad que, a pesar de los maltratos de la vida, somos capaces de entender
que el tiempo no dice la última palabra.
La última palabra la decimos
nosotras, con la ayuda de Dios, cuando nuestras obras tienden a ser basadas en Su
Palabra sin cuestionamientos terrenales, por supuesto. Ella nos confiesa, sin reparos, lo que tenemos
y debemos de hacer en tiempos de alegría y tristeza y nos dice y nos confirma
la verdad.Y el tiempo, tan frágil y
escurridizo, tan impersonal y tan enorme, nos lleva de un lado a otro casi siempre sobrecargadas
de acritud y destemplanza. Pero no tiene que ser así si sabemos de dónde viene
la justicia de Dios y a donde nos lleva Su misericordia. Pues qué, tan preciado e
incansable es el tiempo, que algunas veces nos aleja de lo que evidentemente es
importante. Entendámonos... ¿Qué
es el tiempo?
Desde el punto de vista de un filósofo quien nos
diría que: «El tiempo es la duración de
un ser sucesivo» eso nos deja con una sensación de inestabilidad... ¿Qué quiere
decir eso? Un poeta nos señalaría: «El tiempo es la imagen de
toda inmortalidad y plenitud». Yo diría
que "El tiempo es el
encantamiento del ser humano, una pizca de aliento en las manos del viento".
Nuestra vida —yaa sea corta o larga— está basada en
el tiempo que no deja de correr como si fuese normal el caminar inquieto del
reloj. El tiempo no toma en cuenta de qué modo lo utilizamos. ¿Cuál es el concepto del tiempo? ¿Qué nos trae sino
tardanzas y prisas, abundancias y escaseces, miserias y dichas?
Diría que el tiempo es el contar de un respiro —casi
imposible de tocar, casi
inalcanzable y ameno,
totalmente grato e
improbable y que no se puede abrazar. Y
es por eso que les debo decir que el tiempo es una ola que no deja rebotar su
agua contra la arena del alma.
Las tres propiedades que
tiene el tiempo a mi parecer son tres: 1) El tiempo es fugas en su curso
cotidiano. 2) El tiempo es bribón en su decreto
de armonía. 3) El tiempo es temible en
su duelo y combate contra el corazón. (Es por tanto es muy sabio y original).
Abundan en la Santas
Escrituras las bella metáforas que se pregona la brevedad de la vida del hombre.
Y se compara a la saeta que sale disparada de un arco, que silba levemente al
pasar y enseguida queda clavada en el blanco. ¿Así
es nuestra vida?
¿Qué haremos para aprovechar el tiempo de gracia? ¿Qué
planes serían los gratos para seguir insistiendo en su santa eventualidad?
Pues simplemente viviendo y aceptando los planes de
Dios, haciendo la vida llevadera —siempre en libertad de espíritu, siempre
serena a los percances, siempre en oración— y
para que el tiempo sea agradable a Dios Padre, debemos de seguir ciertas
instrucciones. Santifiquemos el tiempo que nos toca vivir, hágamelos nuestro en
su andar apresurado. Cuídemelos.
Como dice la Palabra de Dios: «Obremos el bien, ahora que tenemos tiempo»
Amén.
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