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jueves, 5 de septiembre de 2013

Danza, danza...

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Danza en el Espíritu de Dios
¡Alábenlo con toques de trompeta! ¡Alábenlo con arpa y salterio!
 ¡Alábenlo danzando al son de panderos!   
Salmo 150: 3-4

 
Cuando pensamos en el baile, lo primero que nos viene a la mente es una fiesta o una obra de teatro musical ¿Cierto? Pensamos que el hecho de bailar sólo les pertenece a los artistas y a los jóvenes.  Pensamos entonces que el acto de bailar es para ejercitarnos o pasarlo bien moviendo las caderas y los hombros; girando como locos alrededor de una pista.
Adivino lo que están pensando ustedes, amigos, cuando les hablo acerca de la danza en el Espíritu. No, no es una cuestión de invitarlos a ningún baile o acto cívico en donde danzaríamos todos al compás de nuestra música regional o el último paso de moda.  Nada de eso.
Sé también pensarán –algunos de ustedes– que ya son mayores de edad y que su capacidad de caminar –y menos de bailar– es altamente limitada.  Sienten que la inhibición toma posesión de sus mentes y, en desconfianza, rechazan la idea de dar un sólo paso para el disfrute de sus mentes, cuerpos y espíritus. 
Pues yo le voy a revelar algo extraordinario que ustedes no tienen idea de que se trata y, precisamente, quiero invitarlos a danzar.  Pero no es un baile para lucirse ni alardear en una reunión con su pareja, o resplandecer frente a las amistades ni tampoco para ostentar un nuevo vestido o calzado.  Nada de eso.  Me refiero a danzar en el Espíritu.  ¡Sí, en el Espíritu de Dios!...así es de simple, así de maravilloso.
 
Puedes danzar en el Espíritu de Dios en cualquier momento o a cualquier hora del día. Puedes avivar la gracia de la danza con tu cuerpo, con tus ojos, con tus brazos y los pies.  Es muy sencillo. La danza es un idioma que consiste en alzar las manos y mover los pies por medio de los movimientos rítmicos a un acompañamiento musical, dejando que el Espíritu de Dios sea quien dirija la danza durante la oración.
 
Danza con el corazón y la mente, con los ojos cerrados, con los brazos abiertos –como mirando a Dios– dando la bienvenida al gozo a través de todo tu cuerpo.  Tu alma puede danzar cuando aplicas la justicia y la misericordia a otros, en el trabajo; cuando las situaciones precarias dan un giro opuesto a la danza del Señor; cuando las tristezas y preocupaciones se convierten en un “baile” desleal, hay que hacer un alto.  Pues como sabes, hay una diferencia entre la “danza y el baile”.
 
El cuerpo que es el que dirige la danza, déjate llevar por el Espíritu de Dios y la música espiritual, siendo esto un ejercicio de adoración y alabanza a Dios.  ¿Acaso ignoras que vuestro ser es templo del Espíritu Santo? y como tal debes dejar que se exprese a través de cada miembro de tu cuerpo, con la simplicidad que estimula a dar cada movimiento en ofrenda a Dios.
 La danza Bíblica, es de por sí una expresión profética de las Palabras que leemos en el Evangelio; lo podemos encontrar, por ejemplo, en 2 de Samuel  Capítulo 6, Versículo 14: “David iba vestido con un efod de lino, y danzaba con todas sus fuerzas,  y tanto él como todos los israelitas llevaban el arca del Señor entre gritos de alegría y toque de trompetas.
Y yo entiendo la danza del Señor, la danzo, cuando la música palpa los cimientos de mi alma. Es una sensación de paz y plenitud que se siente en el cuerpo cuando se deja una llevar por el amor de Dios. 
Es un compromiso de alabanza, de restauración integral, de bienaventuranza, de recuperación íntima, de salvación y amparo.  Danzar en el Espíritu de Dios te dará la oportunidad de orar por medio de la mente y, en obediencia, le ofrecerás a Dios lo mejor de ti.  Estar en la danza de la vida, a través del Espíritu, te dará honra, honor, paz y consuelo y, en recompensa, la vida eterna.
 
Dice la Palabra de Dios en el Salmo 33 lo siguiente: “Aclamen al Señor, hombres buenos; en labios de los buenos, la alabanza es hermosa. Den gracias al Señor al son del arpa, cántenle himnos con música de salterio, cántenle un nuevo canto, ¡toquen con arte al aclamarlo!
No temas al danzar en el Espíritu, la Gracia de Dios hará que tus pasos sean libres de toda inhibición, de toda renuncia, de toda inmolación, dándote entrega, consagración, triunfo, certeza y bendición en abundancia.  Prueba a danzar en los brazos de Dios y no te quedarás defraudado.
 
“Alaben su nombre con danzas, cántenle himnos al son de arpas y panderos. Porque el Señor se complace en su pueblo; da a los humildes el honor de la victoria” Salmo 149: 3,4.
 

3 comentarios:

  1. La música bien sea en su expresión vocal o corporal, une a las personas, los pueblos, y ensancha el espirito, ya que en ello se expresan sentimientos de alegría de tristeza, de esperanzas...
    Un saludo Noris......

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  2. Fue preciosos leerte.

    Y comparto tus sentires.

    Yo danzo,a pesar e mis huesito,danzo fisicamente, porque la musica me permite expresarme.

    Y si sentada en la mecedora escucho la musica clasica que tanto amo,mi espiritu se eleva como musa eterea.

    Cariños

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  3. Se dice el que ora y danza ...ora dos veces. En grupo carismático en mi Parroquia generalmente se hace oración de la forma que bien describes Noris....es muy agradable la sensación de paz que se siente ...
    Hermosa entrada, felicitaciones
    Cristina

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