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domingo, 1 de junio de 2014
domingo, 4 de mayo de 2014
SON DE NADIE
VISITANTES: 100
Ella viene y va con un juguete
tapando huecos del naciente.
Tratando de que el camino sea
propicio a los recuerdos.
Aquí está y como es indiscutible
ya no sonríe, no tiene opinión,
no tiene dichos de la patria.
Va triste en medio de la selva,
viendo que ya no va a sonreír
nunca más.
La niña de los ojos tristes
Va y viene la niña de los ojos
tristes. No tiene origen ni final.Ella viene y va con un juguete
tapando huecos del naciente.
Tratando de que el camino sea
propicio a los recuerdos.
Aquí está y como es indiscutible
ya no sonríe, no tiene opinión,
no tiene dichos de la patria.
Va triste en medio de la selva,
viendo que ya no va a sonreír
nunca más.
¡Aprovechemos bien el tiempo!
¿Quién
puede contar los granos de la arena del mar,
las gotas de lluvia, o los días de la eternidad?
las gotas de lluvia, o los días de la eternidad?
Eclesiástico 1:2
El autor del bellísimo libro
de Eclesiástico se abre para darnos múltiples consejos a cada una de nosotros
acerca del tiempo en que vivimos.
Recomendaciones y advertencias que, en pocas y muchas palabras, nos
muestra los tesoros escondidos de la vida.
La sabiduría, tales como
ésta: "Hijo mío, aprovecha el tiempo, y huye del mal" nos alerta
hacia una existencia plena y nos forma la consciencia de su fragilidad. Esa divina enseñanza nos prepara, nos hace
meditar que hay muchos momentos para entender el precio de su sagrada inmensidad.
El tiempo nos educa para que
sepamos que todas las situaciones tienen un comenzar y un fin y que nada es eterno ni estable como la fe que nos
instruye y nos ilumina. El Espíritu de Dios nos
inculca tanta sutileza y verdad que, a pesar de los maltratos de la vida, somos capaces de entender
que el tiempo no dice la última palabra.
La última palabra la decimos
nosotros, con la ayuda de Dios, cuando nuestras obras tienden a ser basadas en Su
Palabra sin cuestionamientos terrenales, por supuesto. Ella nos confiesa, sin reparos, lo que tenemos
y debemos de hacer en tiempos de alegría y tristeza y nos dice y nos confirma
la verdad. Y el tiempo, tan frágil y
escurridizo, tan impersonal y tan enorme, nos lleva de un lado a otro
casi siempre sobrecargados
de acritud y destemplanza. Pero no tiene que ser así si sabemos de dónde viene
la justicia de Dios y a donde nos lleva Su misericordia.
Pues qué, tan preciado e
incansable es el tiempo, que algunas veces nos aleja de lo que evidentemente es
importante. Entendámonos... ¿Qué
es el tiempo?
Desde el punto de vista de un filósofo quien nos
diría que: «El tiempo es la duración de
un ser sucesivo» eso nos deja con una sensación de inestabilidad... ¿Qué quiere
decir eso?
Un poeta nos señalaría: «El tiempo es la imagen de
toda inmortalidad y plenitud». Yo diría
que "El tiempo es el
encantamiento del ser humano, una pizca de aliento en las manos del viento".
Nuestra vida —corta o larga— está basada en
el tiempo que no deja de correr como si fuese normal el caminar inquieto del
reloj. El tiempo no toma en cuenta de qué modo lo utilizamos.
¿Cuál es el concepto del tiempo? ¿Qué nos trae sino
tardanzas y prisas, abundancias y escaseces, miserias y dichas?...
Diría que el tiempo es el contar de un respiro —casi
imposible de tocar, casi
inalcanzable y ameno,
totalmente grato e
improbable y que no se puede abrazar. Y
es por eso que les debo decir que el tiempo es una ola que no deja rebotar su
agua contra la arena del alma.
Las tres propiedades que
tiene el tiempo, a mi parecer, son tres: 1) El tiempo es fugas en su curso
cotidiano. 2) El tiempo es bribón en su decisión
de armonía. 3) El tiempo es temible en
su duelo y combate. (Es por tanto es muy sabio y original).
Abundan en la Santas
Escrituras las bella metáforas que se pregona la brevedad de la vida del hombre.
Y se compara a la saeta que sale disparada de un arco, que silba levemente al
pasar y enseguida queda clavada en el blanco. ¿Así
es nuestra vida?
¿Qué haremos para aprovechar el tiempo de gracia? ¿Qué
planes serían los gratos para seguir insistiendo en su santa e increíble eventualidad?
Pues simplemente viviendo y aceptando los planes de
Dios, haciendo la vida llevadera —siempre en libertad de espíritu, siempre
serena a los percances, siempre en oración— y
para que el tiempo sea agradable a Dios Padre, debemos de seguir ciertas
instrucciones. Santifiquemos el tiempo que nos toca vivir, hágamelos nuestro en
su andar apresurado. Cuídemelo. Como dice la Palabra de Dios: «Obremos el bien, ahora que tenemos tiempo»
Amén.
Detalle de la obra "Flor de Mayo" por Noris Capin |
SON DE NADIE
Son de nadie, mío,
son del hermano,
de brío, de nadie.
Suena por el agua
la calle, la hierba
junto al rocío
quiebra, desagua
el río refrescando
tu siembra.
En ti se escucha
la hacienda
llenarse de voces,
de arrullos y lirios
divinos, de sones
en pleno fulgor.
Son de nadie, tuyo,
mío, son de papel
fornido, de verso
manso, sollozado
como el cuerpo
ido del amor.
noris capin
domingo, 2 de febrero de 2014
Hablar del amor
155 VISITANTES
El amor es una lámpara
encendida, dice la Palabra
de
Dios.
|
Hablar del amor, es
hablar de Dios
¡Qué hermosa eres, amor mío, qué hermosa eres!
¡Tus ojos son dos palomas!
¡Tus ojos son dos palomas!
Cantares 1:15
Hablar del amor es fácil, tan fácil, que las palabras salen por sí solas. En este mes, mes del amor y la amistad, encuentro las palabras necesarias para celebrar el sentimiento que sale del corazón y que rige al ser humano con pompas y esplendores (como el amor de Dios dado al ser humano en grandes cantidades, sin límites, con honores, dignidad y respeto.)
Porque el amor desciende del alma como cascadas de frutas frescas, como la llovizna que moja la vida de aguas excelsas, de ese sabor a vida y a miel como la Palabra de Dios que leemos en el libro del Cantar de los Cantares.Hablar del amor enternece los sentidos del ser humano y los lleva a los recónditos lugares en donde han crecido los árboles, en donde en cada estación la vida se vistió de júbilo y canciones, de flores y nuevas luces de abundante nitidez.
Y el amor lo abarca todo, porque sin amor no existiría el desear el bien que nace de Dios hacia otras personas viviendo y reinando en el interior del ser y, por más que los dolores y los contratiempos digan lo contrario, el amor triunfa. El amor —cualquier amor— ya sea el amor de madre, de hermana, de esposa o hija, florece y queda como un bálsamo de gozo y destello, de eterna concordancia en la vida de cada ser que ama y agradece ser amado.
El amor nunca lo oscurece el tiempo, ya que la luz de sus cimientos retoca y da fuerzas a todos los puntos cardinales de la tierra y los reverdece, los lleva por caminos de piedras duras y las llena de una fuerza interior que abarca los pasillos de color, de intensa lucha...
El verdadero amor no tiene barreras, ni sombras, ni piedras que desvíen su curso; es incondicional, quiero decir, es absoluto, completo, ilimitado y devoto, lleno de fuerza, de poderío, de robustez que brota y late desde el origen en donde se enraíza y crece, en donde se establece y se fija a las fibras del corazón. El amor no duerme ni se confunde nunca.
Oh, el amor de Dios —que es comparable al amor que depositó en el hombre— propaga una especie de semilla reparadora que prospera y trepa hasta llegar al mismo cielo en donde habita bajo la misericordia de Dios.
Hablar del amor es conseguir que en cada situación salgan a florecer las noblezas y los homenajes que, dicho sea de paso, se expresa, claramente, en la Palabra de Dios en Cantares 6:11,12: "Fui al bosque de los nogales a admirar el verdor en el arroyo; quería ver los brotes de los viñedos y las flores de los granados."
El libro de los Cantares es el mejor (o lo más bello) de los capítulos bíblicos, que se deleita en su carácter afectuoso y apacible, henchido de una intensidad que cumple su propósito de divinidad y beldad por sobre todas las cosas. El Cantar de los Cantares es, por excelencia, como un coro de ángeles asomando en medio de la vida en donde se pierde, algunas veces, la esencia que Dios nos otorgó para el bienestar personal y del ser amado.
El amor nos salva en los escenarios dolorosos, de pérdidas, de muerte y de amargas soledades; el amor cumple su misión de amor limpiando las situaciones lastimosas y lamentables que pueden hurgar el centro pulcro y saludable del ser humano.
Hablar del amor, es hablar de Dios, de sus bondades, de la plenitud que nos viste en medio del tiempo en que somos como una vasija frágil, indefensos ante las fiebres del dolor; cuando no sabemos ni comprendemos si es tiempo de reír o de llorar, de cantar o de silenciar ante tanto sufrimiento. Hablar del amor de Dios, es decir que desde el corazón de Dios, nos llegan lluvias de armonía —aunque no la veamos caer—porque todo es un plan que no falla en medio de la felicidad o la tristeza.
Llévame grabada en tu corazón, ¡llévame grabada en tu brazo! El amor es inquebrantable como la muerte; la pasión, inflexible como el sepulcro.¡El fuego ardiente del amor es una llama divina! Cantar de los Cantares Capítulo 8:6.
PLENITUD DE AMOR
Permite
que el destino te sorprenda
y
que el amor en ti permanezca
como
un río fértil, como una prenda
de luz
sobre tus hombros.
Que
el destino te descubra y el amor
te
sonría como nunca, con la certeza
de
que será para siempre su plenitud
entre
las flores.
Que
el recuerdo no envejezca,
que
tus ojos no lloren frente a Dios,
frente
a la ofensa, que no se pierda
la
mínima juventud de tus ojos.
©Noris
Capín ♥
"La aridez del cactus es como el licor
de duras hojas,
con espinas y sin rezos al despertar."
Obra sin terminar de N.C. en acuarela.
|
Doy oídos a Bocelli
Hoy decidí dar oídos a Bocelli
y estar como cuando estaba
tirada en la hierba,
y en mano una ancha cuartilla.
Escribir alguna casualidad
de orilla es como decir nada
a las tantas de la madrugada.
Perderme en el refajo de la luz
y, de paso, colocar las palabras
en un camino doliente,
parece ser una esencia callada,
un concurso para irse en cruz
sin plumas y sin audiencia.
Yo llevo mis propias palabras
a un discurso inerte, indolente
a todos los párrafos sin decir
durante un tiempo de bruma.
Me cuesta hablar,
no me comprende la gente,
mi propia estructura de árbol
retira sus ramas silvestres
y las llena de suave esplendor.
Hoy decidí dar oídos a Bocelli
y estar como cuando estaba
tirada en la hierba.
CONCIERTO DE WILLIE NELSON
a un concierto.
Válgame de quienes me aman para sacarme
del tiesto, hacerme feliz para obtener de mí
una sonrisa.
!Fuimos a ver a Willie Nelson! artista, poeta
de simples versos, de ochenta años bajo
su pecho...
Grandiosa noche de música y prosa, evento
de guitarras y talento, de tanta amistad
y dedicación.
Gracias a mis amigas por tanto amor, gracias por arrancarme del tiempo en que estoy. |
CONCIERTO DE WILLIE NELSON
Mis amigas me sacaron del acritud
del tiempo,
y me llevaron, como un pájaro herido, a un concierto.
Válgame de quienes me aman para sacarme
del tiesto, hacerme feliz para obtener de mí
una sonrisa.
!Fuimos a ver a Willie Nelson! artista, poeta
de simples versos, de ochenta años bajo
su pecho...
Grandiosa noche de música y prosa, evento
de guitarras y talento, de tanta amistad
y dedicación.
noris capin
miércoles, 30 de octubre de 2013
LOS ÁNGELES
VISITANTES 134
Johann Heinrich Vogeler (1872-1942) "Primavera" |
LOS ÁNGELES
»No desprecien a ninguno de estos
pequeños. Pues les digo que en el cielo los ángeles de ellos están mirando
siempre el rostro de mi Padre celestial»
Mateo 18:10
Lo primero que
nosotros debemos de saber acerca de los ángeles, es que están con nosotros,
unidos en lazo eterno. Nos acogen y nos resguardan de daños y
maleficios, y nos defienden de las flechas encendidas del mal. Ellos existen, son reales aunque no tengan
cuerpo, aunque no hablen de la paz o de la guerra, de la vida o de la muerte,
de la alegría o del dolor. Ellos viven para agradar y hacer la voluntad de Dios
a toda hora y siempre –como una bendición– más allá de nuestro terco entendimiento.
Los ángeles son
seres creados por Dios, no obstante no tienen la potestad de Dios. Son admirables criaturas, espíritus puros e
inmateriales que han estado presentes en la vida de la humanidad desde el
principio de la creación del hombre –y lo podemos leer en el Evangelio– la
existencia de estos seres portadores de la “Buena Nueva”.
En el pasaje de
Éxodo 3, 2 un ángel se manifiesta como el “Ángel del Señor”.
Es importante
saber que los ángeles, son leales conciliadores del bien del hombre,
moderadores de la justicia, árbitros de la verdad y no la mentira. En ningún momento son similares a Dios,
porque Dios es el Supremo Ser que no tiene sustituto ni sucesor. Dios es
perfecto y no hay otro ser que lo iguale.
No obstante los
ángeles tienen su misión y su tarea en la tierra; un servicio antes los planes
de Dios para que el ser humano camine en pos a la dignidad y muestre la Gloria
de Dios en sus acciones y culpas.
Y podemos leer acerca
de los ángeles ciento y ocho veces en el Antiguo Testamento como también ciento
sesenta y cinco veces en el Nuevo Testamento.
Eso es más que suficiente para saber y ratificar que su presencia en la
vida de cada uno de nosotros es válida.
La creencia que
nos han inculcado nuestros antepasados, y aun la fe que nos promete y nos
convida a saber que los ángeles son “espíritus” que se declaran como “seres de
Dios” para que estemos conscientes de su existencia en nuestra vida y
nos permitan un grado de protección y liberación ante los ataques deliberados del
mal. Dice la Santa Palabra de Dios en
Colosenses 1, 16 que “En él Dios creó todo lo que hay en el
cielo y en la tierra, tanto lo visible como lo invisible, así como los seres
espirituales que tienen dominio, autoridad y poder”.
Nosotros, los
seres humanos, somos “alianza de carne y espíritu” de manera que Jesús se
convirtió de carne y hueso con el propósito de redimir nuestros pecados. Los
ángeles, por otra parte, son delegados de Dios, no como
una omnipresencia (que está en todas partes) sino más bien como un signo de
espacio entre el cielo y la tierra para protegernos. Nos confirma Dios en Su
Palabra que “En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni aun
los ángeles del cielo, ni el Hijo. Solamente lo sabe el Padre” Mateo 24, 36.
Mas esos
angelillos que nos designa Dios Santo, son ángeles de paz que vienen a reforzar
los deseos de Dios de rectitud, de honra y honor para santificar el camino por
donde andamos. ¿Has encontrado alguna vez a tu
ángel? Le has sentido abrir la puerta de tu corazón en momentos de angustia y
torpedad, de rara confusión? “Has visto o sentido a ese ángel levantarte de entre
los vivos y los desdichados para hacerte sentir fe y devoción por Dios?
Los ángeles de nuestras vidas,
han estado presente en los momentos de desapego, aridez, tristeza o
indiferencia. Han estado allí cuando hemos sentido que la vida no tiene sentido
y los conflictos y pesares suelen ser más profundos que el mar. Esos ángeles que han estado a nuestro lado
donándonos una sonrisa, una palabra de fe o un abrazo, han sido nuestros
propios amigos, aquí en la tierra, ellos son los que han intentado levantarnos de las
miserias de la vida y el llanto.
¿Puedes
identificar a “tu ángel” cuando hablas con una persona que te alza en espíritu
y verdad? ¿Cuándo te dice que hay una luz al final del horizonte, aguardándote? Ese alguien puede ser esa persona la cual
confías y su presencia resplandece tu alma cuando estás caído, cuando nada
suele ser placentero a tu mirada durante el bullicio o la soledad.
Ese ángel, que
Dios ha puesto en tu camino, te enseña la senda correcta, te da ese empujón que
necesitas para que continúes en fe. Te anima a ser mejor persona, a ver las cosas
positivas. Ángel de la vida del hombre
que te recuerda que eres apreciado y querido, que te inspira confianza ante los
percances desoladores de las tinieblas del mundo. Ese ángel puede ser una persona amiga o
desconocida quien te invita a ver las situaciones de un modo espiritual, agradable a Dios y te ayuda bajo cualquier circunstancia.
Y para finalizar
esta meditación de los Ángeles de Dios, les invito a confiar en el Ser más
Omnipotente que puede cambiar tu vida; el único Dios que envía a Sus ángeles
para protegernos. Los ángeles más
grandes de nuestros tiempos han sido aquellas personas que nos han amado hasta
el último suspiro en forma de ángeles o en la vida real y, a ellos, les debemos respeto y gratitud siempre.
»Les
digo que así también hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador que
se convierte.»
Lucas 15:10. Amén.
noris capin
miércoles, 2 de octubre de 2013
Mujer al fin.
VISITANTES: 36
Mujer al fin...
Cambias como el viento giras, despeinas y renuevas.
Como el río corres, como las aguas refrescas.
Como el horizonte te alejas, como el alba resplandeces.
Como mujer al fin amas, como mujer al fin creces.
Como el río corres, como las aguas refrescas.
Como el horizonte te alejas, como el alba resplandeces.
Como mujer al fin amas, como mujer al fin creces.
Noris Capín
Alegre siempre
“Alégrense los que buscan tu protección;
canten
siempre de alegría porque
tú los proteges. Los que te aman
se
alegran por causa tuya.”
Salmo 5: 11
Hemos sido creados por Dios para
amar, para ser felices y ser capaz de brindar a otros lo mejor de uno mismo. Hemos nacido para ser parte del universo y ser
luz y no para que la tristeza nos cubra con su manto patético y desolador.
Tenemos más que suficientes motivos en la vida para estar alegres y, sin
embargo, la mayoría de las veces caminamos mirando hacia abajo, tristes, dando
la impresión de que la congoja es la rige nuestra vida. Para poder ahuyentar las sombras
que se han hecho perennes en nosotros, tenemos que sacar todos los impedimentos
que desordenan ese don que nos convierten en personas sin alicientes y sin
esperanza.
Todo lo que Dios creó lo hizo
bueno y no hay nada que Dios haya creado que no sea de otra manera, por lo
tanto, el saber que Dios nos da a elegir entre estar alegres o tristes es una
decisión que debemos hacer por nosotros mismos.
La alegría es una actitud de
júbilo que se experimenta cuando algo extraordinario ha sucedido en nuestra
vida, algo que haya hecho la diferencia y nos ha dejado un efecto grato y
permanente en nuestro vivir.
Pero la alegría no es un
complemento que se adhiere a nuestro espíritu si no sabemos exactamente el
significado de esa postura que, en cierta forma, nos permite entrar en una
relación propia.
La alegría interna es la que se apropia
del alma: ese sentimiento que tiene que ver con el amor, la benevolencia, la
amabilidad y la misericordia; si no existen estos sentimientos anidados a
nuestro ser, la alegría no se auténtica ni se contagia a otros por más que queramos
ser instrumentos positivos en la vida de nuestros familiares y amigos.
El estar en esa apatía perenne
nos conduce a la desintegración de nuestro propio ser y, a medida que pasa el
tiempo, nos acostumbramos a cargar la tristeza dentro del corazón como una mochila llena de piedras y desencanto.
Es imposible estar alegres todos
los días, pero nosotros tenemos la capacidad de elegir nuestro estado de ánimo
con tan sólo dedicarnos a desviar la tristeza.
Definitivamente hay que detener el
paso para reflexionar cada instante de la vida por más insignificante que este sea. El no saber extraer esos momentos de
satisfacción y abrazarlos, es sencillamente no estar en conexión con Dios.
Estamos creados tú y yo para
sentir alegría, a ver más allá de esa fábula que nos leyeron cuando éramos niños;
sin embargo nosotros podemos ser una parte real de nuestra propia historia
cuando sabemos apreciar los momentos en donde somos las verdaderos protagonistas
y no las princesas y los príncipes de los cuentos de hadas.
Dicen algunas personas que la alegría es algo tan transitorio y es casi
imposible de alcanzar, sin embargo algunos filósofos dicen que la alegría
es un estado que se puede escoger con solamente cambiar las actitudes que rigen
al ser humano cuando se hace el intento de salir triunfantes por arriba de la
tristeza.
La alegría es un sentimiento que nosotros mismos podemos
mantener y cultivar cuando estamos en los caminos de Dios, — aunque, en ciertas
ocasiones, nos consuma el sufrimiento y el llanto—.
Tenemos que comenzar hacer ese
recorrido tomando cada momento como lo que es y no como nosotros lo queremos
ver. Precisamente por querer desviar
todo lo que está en desacuerdo con nuestros planes, nos da la impresión de que
nada es auténtico, válido o real.
Primeramente tenemos que enmendar
esa imagen negativa que llevamos cargando toda la vida: esa actitud pesarosa
que oscurece nuestra propia aureola por ser pesimistas y poco visionarios. El don de la alegría tiende a disolverse al
toque de la primera negación personal que nos planteamos. Cuando vamos mostrando esa apatía que nos
lleva a estar en un estado de antagonismo con nosotras mismas, debemos hacer un
hincapié para cambiar la tristeza por gozo.
La alegría—que debe ser permanente en nosotros— nos acarrea tremendas hostilidades cuando no permitimos
la sanación interna, con eso quiero decir, que si no nos comprometemos a
aliviar el dolor o a reponernos de los errores contraídos durante el curso de
la vida o a convalecer en nuestro propio incumplimiento, siempre vamos a estar diciendo:
“mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa” y
es por eso que sufrimos nuestras infracciones a tiempo y a destiempo y no nos damos
la absolución a nuestros propios errores y faltas.
Cuando no perdonamos a nuestros
deudores y enemigos también se esconde la alegría de nuestra vida puesto que
los resentimientos y los odios salen a relucir en los momentos de fragilidad
humana contra otra persona. El no poder
indultar a otros es vivir con una espina clavada en el corazón por
siempre. Es vivir amargado y mortificado
cada vez que el recuerdo de algún incidente del pasado nos perturba. Si no nos perdonamos a nosotros mismos no
somos incapaces de perdonar a otros —esa es la realidad.
Vivir con alegría es saber escoger esos momentos y revivirlos en el corazón,
es guardar en la profundidad del alma el calor de una sonrisa y una palabra
sanadora aunque se esté atravesando por momentos difíciles.
jueves, 5 de septiembre de 2013
Danza, danza...
Visitantes: 118
Danza
en el Espíritu de Dios
¡Alábenlo
con toques de trompeta! ¡Alábenlo con arpa y salterio!
¡Alábenlo danzando al son de panderos! Salmo 150: 3-4
¡Alábenlo danzando al son de panderos! Salmo 150: 3-4
Cuando pensamos en el baile, lo primero que nos viene a la mente es
una fiesta o una obra de teatro musical ¿Cierto? Pensamos que el hecho de
bailar sólo les pertenece a los artistas y a los jóvenes. Pensamos entonces que el acto de bailar es
para ejercitarnos o pasarlo bien moviendo las caderas y los hombros; girando
como locos alrededor de una pista.
Adivino lo que están pensando ustedes, amigos, cuando les hablo acerca
de la danza en el Espíritu. No, no es una cuestión de invitarlos a ningún baile
o acto cívico en donde danzaríamos todos al compás de nuestra música regional o
el último paso de moda. Nada de eso.
Sé también pensarán –algunos de ustedes– que ya son mayores de edad y
que su capacidad de caminar –y menos de bailar– es altamente limitada. Sienten que la inhibición toma posesión de
sus mentes y, en desconfianza, rechazan la idea de dar un sólo paso para el
disfrute de sus mentes, cuerpos y espíritus.
Pues yo le voy a revelar algo extraordinario que ustedes no tienen
idea de que se trata y, precisamente, quiero invitarlos a danzar. Pero no es un baile para lucirse ni alardear
en una reunión con su pareja, o resplandecer frente a las amistades ni tampoco
para ostentar un nuevo vestido o calzado. Nada de eso.
Me refiero a danzar en el Espíritu.
¡Sí, en el Espíritu de Dios!...así es de simple, así de maravilloso.
Puedes danzar en el Espíritu de Dios en cualquier momento o a
cualquier hora del día. Puedes avivar la gracia de la danza con tu cuerpo, con tus
ojos, con tus brazos y los pies. Es muy
sencillo. La danza es un idioma que consiste en alzar las manos y mover los
pies por medio de los movimientos rítmicos a un acompañamiento musical, dejando
que el Espíritu de Dios sea quien dirija la danza durante la oración.
Danza con el corazón y la mente, con los ojos cerrados, con los brazos
abiertos –como mirando a Dios– dando la bienvenida al gozo a través de todo tu
cuerpo. Tu alma puede danzar cuando aplicas
la justicia y la misericordia a otros, en el trabajo; cuando las situaciones precarias
dan un giro opuesto a la danza del Señor; cuando las tristezas y
preocupaciones se convierten en un “baile” desleal, hay que hacer un alto. Pues como sabes, hay una diferencia entre la
“danza y el baile”.
El cuerpo que es el que dirige la danza, déjate llevar por el Espíritu
de Dios y la música espiritual, siendo esto un ejercicio de adoración y
alabanza a Dios. ¿Acaso ignoras que vuestro ser es templo del
Espíritu Santo? y como tal debes dejar que se exprese a través de cada miembro de
tu cuerpo, con la simplicidad que estimula a dar cada movimiento en ofrenda a
Dios.
La danza Bíblica, es de por
sí una expresión profética de las Palabras que leemos en el Evangelio; lo podemos encontrar, por ejemplo, en 2 de
Samuel Capítulo 6, Versículo 14: “David iba vestido con un efod de lino, y danzaba con todas sus
fuerzas, y tanto él como
todos los israelitas llevaban el arca del Señor entre gritos de alegría y toque
de trompetas.
Y yo entiendo la danza del Señor, la danzo, cuando la
música palpa los cimientos de mi alma. Es una sensación de paz y plenitud que
se siente en el cuerpo cuando se deja una llevar por el amor de Dios.
Es un compromiso de alabanza, de restauración integral, de bienaventuranza,
de recuperación íntima, de salvación y amparo.
Danzar en el Espíritu de Dios
te dará la oportunidad de orar por medio de la mente y, en obediencia, le ofrecerás a Dios lo mejor
de ti. Estar en la danza de la vida, a
través del Espíritu, te dará honra, honor, paz y consuelo y, en recompensa, la
vida eterna.
Dice la Palabra de Dios en el
Salmo 33 lo siguiente: “Aclamen al Señor, hombres
buenos; en labios de los buenos, la alabanza es hermosa. Den gracias al Señor al son del arpa, cántenle himnos con música de salterio, cántenle un nuevo canto, ¡toquen con arte al
aclamarlo!
No temas al danzar en el Espíritu, la Gracia de Dios
hará que tus pasos sean libres de toda inhibición, de toda renuncia, de toda inmolación, dándote
entrega, consagración, triunfo,
certeza y bendición en abundancia. Prueba a danzar en los brazos de Dios y no te
quedarás defraudado.
“Alaben su nombre con danzas, cántenle himnos al son de arpas y panderos. Porque
el Señor se complace en su pueblo; da a los humildes el
honor de la victoria” Salmo 149: 3,4.
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