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Danza
en el Espíritu de Dios
¡Alábenlo
con toques de trompeta! ¡Alábenlo con arpa y salterio!
¡Alábenlo danzando al son de panderos! Salmo 150: 3-4
¡Alábenlo danzando al son de panderos! Salmo 150: 3-4
Cuando pensamos en el baile, lo primero que nos viene a la mente es
una fiesta o una obra de teatro musical ¿Cierto? Pensamos que el hecho de
bailar sólo les pertenece a los artistas y a los jóvenes. Pensamos entonces que el acto de bailar es
para ejercitarnos o pasarlo bien moviendo las caderas y los hombros; girando
como locos alrededor de una pista.
Adivino lo que están pensando ustedes, amigos, cuando les hablo acerca
de la danza en el Espíritu. No, no es una cuestión de invitarlos a ningún baile
o acto cívico en donde danzaríamos todos al compás de nuestra música regional o
el último paso de moda. Nada de eso.
Sé también pensarán –algunos de ustedes– que ya son mayores de edad y
que su capacidad de caminar –y menos de bailar– es altamente limitada. Sienten que la inhibición toma posesión de
sus mentes y, en desconfianza, rechazan la idea de dar un sólo paso para el
disfrute de sus mentes, cuerpos y espíritus.
Pues yo le voy a revelar algo extraordinario que ustedes no tienen
idea de que se trata y, precisamente, quiero invitarlos a danzar. Pero no es un baile para lucirse ni alardear
en una reunión con su pareja, o resplandecer frente a las amistades ni tampoco
para ostentar un nuevo vestido o calzado. Nada de eso.
Me refiero a danzar en el Espíritu.
¡Sí, en el Espíritu de Dios!...así es de simple, así de maravilloso.
Puedes danzar en el Espíritu de Dios en cualquier momento o a
cualquier hora del día. Puedes avivar la gracia de la danza con tu cuerpo, con tus
ojos, con tus brazos y los pies. Es muy
sencillo. La danza es un idioma que consiste en alzar las manos y mover los
pies por medio de los movimientos rítmicos a un acompañamiento musical, dejando
que el Espíritu de Dios sea quien dirija la danza durante la oración.
Danza con el corazón y la mente, con los ojos cerrados, con los brazos
abiertos –como mirando a Dios– dando la bienvenida al gozo a través de todo tu
cuerpo. Tu alma puede danzar cuando aplicas
la justicia y la misericordia a otros, en el trabajo; cuando las situaciones precarias
dan un giro opuesto a la danza del Señor; cuando las tristezas y
preocupaciones se convierten en un “baile” desleal, hay que hacer un alto. Pues como sabes, hay una diferencia entre la
“danza y el baile”.
El cuerpo que es el que dirige la danza, déjate llevar por el Espíritu
de Dios y la música espiritual, siendo esto un ejercicio de adoración y
alabanza a Dios. ¿Acaso ignoras que vuestro ser es templo del
Espíritu Santo? y como tal debes dejar que se exprese a través de cada miembro de
tu cuerpo, con la simplicidad que estimula a dar cada movimiento en ofrenda a
Dios.
La danza Bíblica, es de por
sí una expresión profética de las Palabras que leemos en el Evangelio; lo podemos encontrar, por ejemplo, en 2 de
Samuel Capítulo 6, Versículo 14: “David iba vestido con un efod de lino, y danzaba con todas sus
fuerzas, y tanto él como
todos los israelitas llevaban el arca del Señor entre gritos de alegría y toque
de trompetas.
Y yo entiendo la danza del Señor, la danzo, cuando la
música palpa los cimientos de mi alma. Es una sensación de paz y plenitud que
se siente en el cuerpo cuando se deja una llevar por el amor de Dios.
Es un compromiso de alabanza, de restauración integral, de bienaventuranza,
de recuperación íntima, de salvación y amparo.
Danzar en el Espíritu de Dios
te dará la oportunidad de orar por medio de la mente y, en obediencia, le ofrecerás a Dios lo mejor
de ti. Estar en la danza de la vida, a
través del Espíritu, te dará honra, honor, paz y consuelo y, en recompensa, la
vida eterna.
Dice la Palabra de Dios en el
Salmo 33 lo siguiente: “Aclamen al Señor, hombres
buenos; en labios de los buenos, la alabanza es hermosa. Den gracias al Señor al son del arpa, cántenle himnos con música de salterio, cántenle un nuevo canto, ¡toquen con arte al
aclamarlo!
No temas al danzar en el Espíritu, la Gracia de Dios
hará que tus pasos sean libres de toda inhibición, de toda renuncia, de toda inmolación, dándote
entrega, consagración, triunfo,
certeza y bendición en abundancia. Prueba a danzar en los brazos de Dios y no te
quedarás defraudado.
“Alaben su nombre con danzas, cántenle himnos al son de arpas y panderos. Porque
el Señor se complace en su pueblo; da a los humildes el
honor de la victoria” Salmo 149: 3,4.
La música bien sea en su expresión vocal o corporal, une a las personas, los pueblos, y ensancha el espirito, ya que en ello se expresan sentimientos de alegría de tristeza, de esperanzas...
ResponderEliminarUn saludo Noris......
Fue preciosos leerte.
ResponderEliminarY comparto tus sentires.
Yo danzo,a pesar e mis huesito,danzo fisicamente, porque la musica me permite expresarme.
Y si sentada en la mecedora escucho la musica clasica que tanto amo,mi espiritu se eleva como musa eterea.
Cariños
Se dice el que ora y danza ...ora dos veces. En grupo carismático en mi Parroquia generalmente se hace oración de la forma que bien describes Noris....es muy agradable la sensación de paz que se siente ...
ResponderEliminarHermosa entrada, felicitaciones
Cristina