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Johann Heinrich Vogeler (1872-1942) "Primavera" |
LOS ÁNGELES
»No desprecien a ninguno de estos
pequeños. Pues les digo que en el cielo los ángeles de ellos están mirando
siempre el rostro de mi Padre celestial»
Mateo 18:10
Lo primero que
nosotros debemos de saber acerca de los ángeles, es que están con nosotros,
unidos en lazo eterno. Nos acogen y nos resguardan de daños y
maleficios, y nos defienden de las flechas encendidas del mal. Ellos existen, son reales aunque no tengan
cuerpo, aunque no hablen de la paz o de la guerra, de la vida o de la muerte,
de la alegría o del dolor. Ellos viven para agradar y hacer la voluntad de Dios
a toda hora y siempre –como una bendición– más allá de nuestro terco entendimiento.
Los ángeles son
seres creados por Dios, no obstante no tienen la potestad de Dios. Son admirables criaturas, espíritus puros e
inmateriales que han estado presentes en la vida de la humanidad desde el
principio de la creación del hombre –y lo podemos leer en el Evangelio– la
existencia de estos seres portadores de la “Buena Nueva”.
En el pasaje de
Éxodo 3, 2 un ángel se manifiesta como el “Ángel del Señor”.
Es importante
saber que los ángeles, son leales conciliadores del bien del hombre,
moderadores de la justicia, árbitros de la verdad y no la mentira. En ningún momento son similares a Dios,
porque Dios es el Supremo Ser que no tiene sustituto ni sucesor. Dios es
perfecto y no hay otro ser que lo iguale.
No obstante los
ángeles tienen su misión y su tarea en la tierra; un servicio antes los planes
de Dios para que el ser humano camine en pos a la dignidad y muestre la Gloria
de Dios en sus acciones y culpas.
Y podemos leer acerca
de los ángeles ciento y ocho veces en el Antiguo Testamento como también ciento
sesenta y cinco veces en el Nuevo Testamento.
Eso es más que suficiente para saber y ratificar que su presencia en la
vida de cada uno de nosotros es válida.
La creencia que
nos han inculcado nuestros antepasados, y aun la fe que nos promete y nos
convida a saber que los ángeles son “espíritus” que se declaran como “seres de
Dios” para que estemos conscientes de su existencia en nuestra vida y
nos permitan un grado de protección y liberación ante los ataques deliberados del
mal. Dice la Santa Palabra de Dios en
Colosenses 1, 16 que “En él Dios creó todo lo que hay en el
cielo y en la tierra, tanto lo visible como lo invisible, así como los seres
espirituales que tienen dominio, autoridad y poder”.
Nosotros, los
seres humanos, somos “alianza de carne y espíritu” de manera que Jesús se
convirtió de carne y hueso con el propósito de redimir nuestros pecados. Los
ángeles, por otra parte, son delegados de Dios, no como
una omnipresencia (que está en todas partes) sino más bien como un signo de
espacio entre el cielo y la tierra para protegernos. Nos confirma Dios en Su
Palabra que “En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni aun
los ángeles del cielo, ni el Hijo. Solamente lo sabe el Padre” Mateo 24, 36.
Mas esos
angelillos que nos designa Dios Santo, son ángeles de paz que vienen a reforzar
los deseos de Dios de rectitud, de honra y honor para santificar el camino por
donde andamos. ¿Has encontrado alguna vez a tu
ángel? Le has sentido abrir la puerta de tu corazón en momentos de angustia y
torpedad, de rara confusión? “Has visto o sentido a ese ángel levantarte de entre
los vivos y los desdichados para hacerte sentir fe y devoción por Dios?
Los ángeles de nuestras vidas,
han estado presente en los momentos de desapego, aridez, tristeza o
indiferencia. Han estado allí cuando hemos sentido que la vida no tiene sentido
y los conflictos y pesares suelen ser más profundos que el mar. Esos ángeles que han estado a nuestro lado
donándonos una sonrisa, una palabra de fe o un abrazo, han sido nuestros
propios amigos, aquí en la tierra, ellos son los que han intentado levantarnos de las
miserias de la vida y el llanto.
¿Puedes
identificar a “tu ángel” cuando hablas con una persona que te alza en espíritu
y verdad? ¿Cuándo te dice que hay una luz al final del horizonte, aguardándote? Ese alguien puede ser esa persona la cual
confías y su presencia resplandece tu alma cuando estás caído, cuando nada
suele ser placentero a tu mirada durante el bullicio o la soledad.
Ese ángel, que
Dios ha puesto en tu camino, te enseña la senda correcta, te da ese empujón que
necesitas para que continúes en fe. Te anima a ser mejor persona, a ver las cosas
positivas. Ángel de la vida del hombre
que te recuerda que eres apreciado y querido, que te inspira confianza ante los
percances desoladores de las tinieblas del mundo. Ese ángel puede ser una persona amiga o
desconocida quien te invita a ver las situaciones de un modo espiritual, agradable a Dios y te ayuda bajo cualquier circunstancia.
Y para finalizar
esta meditación de los Ángeles de Dios, les invito a confiar en el Ser más
Omnipotente que puede cambiar tu vida; el único Dios que envía a Sus ángeles
para protegernos. Los ángeles más
grandes de nuestros tiempos han sido aquellas personas que nos han amado hasta
el último suspiro en forma de ángeles o en la vida real y, a ellos, les debemos respeto y gratitud siempre.
»Les
digo que así también hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador que
se convierte.»
Lucas 15:10. Amén.
noris capin
Hola Noris... Por eso se podría decir que tus poemas y escritos son angélicos, porque se me antoja que eres como un ángel..
ResponderEliminarUn abrazo.
Feliz de quem anda com os Anjos!
ResponderEliminarUm abraço e uma boa semana