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Obra de Noris Capin 2014 "MEMORIAL DE FLOR SILVESTRE" |
VIVIR SIN ANSIEDAD
Revisando mis
anteriores entradas, me he dado cuenta, de que la entrada "VIVIR SIN ANSIEDAD, dice el Señor" ha sido la más concurrida en la historia de mi blog. Un total de trescientas ochenta y dos personas
han leído la misiva de paz y concordancia que publico al final. Detrás del muro del blog se pueden
contar, y divisar, las huellas de aquellos que han necesitado saber de que existe, en
algún lugar del tiempo, la esperanza.
¿Por qué será eso? Por qué tenemos que sufrir de ansiedad y desasosiego
todos los días? ¿Es que acaso no entendemos de qué existe Dios
para subsanar y transformar la vida, para hacerla más llevadera y también para que
entendamos que no estamos solos?
No estamos solos en
este mundo de encrucijadas, no estamos solos en la campaña de vivir para no
morir crucificados, sino, más bien, estamos aquí para conocer más de nosotros
mismos y aprender cómo desviar los ardientes desenlaces de la ansiedad y sus consecuencias.
Muchas veces nos
sentimos que la vida es demasiado severa, excesiva en cansancio, descomunal
y agresiva para poder seguir adelante. Hacer lo imposible para salvarnos, sin decir
una palabra, sin quejarnos, es un acto de valentía. Es, por no decir otra cosa, desesperante en su
totalidad de vida, el tiempo en que estamos.
Ella está rebozada de
diluvios, sofocada de tantas humaredas perpetrando los pensamientos, haciéndolos
dormir en la sala del sufrimiento. Debido a que luego de sentir que la vida nos
abraza con devoción, de pronto, nos sobreviene algún que otro ramalazo por la
espalda o por la frente.
La vida es como un acordeón
que exhala y emite salvas de fuego con la diferencia de que no hay música. Quiero decir, que no
se escucha la voz del alma, la voz de la fe, la voz de los sentimientos que
rastrean algún indicio de paz y divinidad por los conductos de la existencia.
Sin embargo hay
esperanza, hay ilusión, hay certeza, existe el aguardo a todo lo manso que ha
de venir, a todo aquello que vendrá a santificar la mente, el cuerpo y el
espíritu.
Aquí les dejo con la
entrada que acumuló tantas pisadas durante un año. Bendito sea Dios,
Todopoderoso. --N.C.--
Vive sin ansiedad, dice el Señor
-Publicado en Agosto 2013-
“Después dijo Jesús a sus discípulos: «Esto les digo: No se preocupen por lo que han de comer para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. La vida vale más que la comida, y el cuerpo más que la ropa.”
Lucas 12: 22,23
Quiera Dios que ni la punta del alma toque, con insolente sentir, las delicadas fibras de cada una de nosotras. La ansiedad, el más común de los problemas psicológicos de la mujer, arrasa con vehemencia cada músculo de nuestro ser dejándonos con una sensación de entumecimiento interno, de cosquilleo o nerviosismo, de infecunda desmoralización. Todo el mundo lo siente, nadie está inmune a las vueltas que da la vida, a los sentimientos contraproducentes, a las cargas que se acumulan en el cuerpo, a la horrible y temida desesperación.
Estamos ansiosas por todo: por el trabajo, por la forma que lucimos, por la economía del país, por los hijos, por el dinero, por las relaciones con otros seres humanos, por el trabajo. Absolutamente todo nos llena de neurastenia y de desagravio sintiendo que nada es como deseamos que sea y todo reverbera al son del histerismo y las pesadumbres. ¿Cierto?
En fin, como dije anteriormente, el estés es un “todo” que nos precipita a descomponernos durante el día y la noche y, algunas veces, no sabemos cómo salir de esa incertidumbre y desdicha personal que nos hace sentir y transmitir a otros nuestras propias inseguridades y desasosiegos.
Algunas veces la ansiedad se manifiesta con una vaga sensación de tristeza, de infelicidad, de miedo… ya que no percibimos o entendemos que la razón a tanta desventura se debe a no saber cómo combatir la intranquilidad y los ataques de ansiedad.
La ansiedad, produce, inclusive, desequilibrios desfavorables que interfieren y contradicen todos los pormenores de nuestra existencia: impaciencia, turbación, tensión y urgencia. La ansiedad nunca nos resuelve los problemas, al contrario, nos aleja de hacer decisiones coherentes, de crear algo nuevo, de recorrer amplias avenidas, de caminar con positivismo, de realizar innumerables proyectos y cumplirlos al máximo de nuestra capacidad, construyendo, por decir así, un instante de paz.
La Buena Nueva nos dice que la ansiedad y las presiones son inestabilidades propias del ser humano, emociones sin sentido y falsos temores que atraen el mal: imaginaciones y mentiras, supersticiones engañosas, absurdas hostilidades en las que caemos. Caemos porque nos falta la unción de Dios y una dosis de sacrificio para ser libres de todos estos males.
Vivir sin ansiedad es renunciar a todas las influencias del mundo, a desprenderse de toda iniquidad y malos pensamientos que vienen de otros, a separarse de las cosas que se presentan en la vida que no son agradables a Dios o a nosotras mismas.
Vivir sin ansiedad es aprender a controlar todo poder ejercido sobre la persona siendo esto un dominio o una autoridad que enaltece y realza la ausencia de Dios. Poder que nos impulsa a admitir el temor en todo momento permitiendo, por aprensión o ansiedad, un comportamiento dictador, dentro o fuera del trabajo o en el hogar –en donde se práctica y se ejecuta– muchas veces, el “POWER”.
Esto trae, como consecuencia, el estrés, la congoja y el desvío de la alegría. Y en cuanto a las relaciones personales, he señalado anteriormente, que el poder de la ansiedad como dominación o sumisión, acarrea, por supuesto, enormes trastornos que resultan ser destructivos para el amor propio y la dicha personal ya que, de ninguna manera, habida y por haber, no se puede ni se debe aceptar.
Vivir sin ansiedad es mirar la vida desde una dimensión positiva, echando fuera las preponderancias y los malos tratos a la basura, al cesto de lo inservible para dejar que fluya la armonía, la fraternidad entre la gente, fomentando, como un regalo de Dios, la paz espiritual que nos pertenece por sobre todo acontecimiento o persona.
Y dice la Palabra de Dios: ¡Cuánto más valen ustedes que las aves! Y en todo caso, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora? Pues si no pueden hacer ni aun lo más pequeño, ¿por qué se preocupan por las demás cosas? Lucas 12: 24,26
Por Noris Capin
columnista del Periódico
"En USA"
Obra de Joaquín Sorolla |
EN TIEMPO PROPIO
Siempre en alegría
me acojo al tiempo
en que sonrío.
Nada me precipita
la angustia o cumple
en lo negativo
los sobresaltos.
Todo me salva y nada
queda errando
sino el silencio mío
que suple el dolor
sombrío del adiós.
La paz con que vivo,
en mudez cargada
de espanto,
vagabundea de lugar
en lugar y de tiempo
en tiempo y, sucede,
que en lobreguez
no pierdo la calma.
He hecho un pacto
con mis dolores,
he excluido el ansia,
el tironeo del alma,
el sufrimiento
en que me hundo
cuando sueño.
Mas, algunas veces,
me dejo llevar
hasta donde reside
el empeño, la agonía
traspasada, el trago
dulce del recuerdo.
Mi canto y mi risa
me fortalecen
a seguir mi camino
esperanzada, feliz
en tiempo propio.
noris capin
Felicitaciones!
ResponderEliminarUna entrada maravillosa.
Saludos y siempre eres bienvenida a mi espacio.
Encantada de leerte...Saludos.
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