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Obra de Joaquín Sorolla “Paseo por la Playa” |
Vive sin
ansiedad, dice el Señor
“Después
dijo Jesús a sus discípulos: «Esto les digo: No se preocupen por lo que han de
comer para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. La vida vale
más que la comida, y el cuerpo más que la ropa.”
Lucas 12: 22,23
Quiera Dios que ni
la punta del alma toque, con insolente sentir, las delicadas fibras de cada una
de nosotras. La ansiedad, el más común de los problemas psicológicos de la
mujer, arrasa con vehemencia cada músculo de nuestro ser dejándonos con una
sensación de entumecimiento interno, de cosquilleo o nerviosismo, de infecunda
desmoralización. Todo el mundo lo siente, nadie está inmune a las vueltas que
da la vida, a los sentimientos contraproducentes, a las cargas que se acumulan
en el cuerpo, a la horrible y temida desesperación.
Estamos ansiosas
por todo: por el trabajo, por la forma que lucimos, por la economía del país,
por los hijos, por el dinero, por las relaciones con otros seres humanos, por el trabajo. Absolutamente todo
nos llena de neurastenia y de desagravio sintiendo que nada es como deseamos
que sea y todo reverbera al son del histerismo y las pesadumbres. ¿Cierto?
En fin, como dije
anteriormente, el estés es un “todo” que nos precipita a descomponernos durante
el día y la noche y, algunas veces, no sabemos cómo salir de esa incertidumbre
y desdicha personal que nos hace sentir y transmitir a otros nuestras propias
inseguridades y desasosiegos.
Algunas veces la
ansiedad se manifiesta con una vaga sensación de tristeza, de infelicidad, de
miedo… ya que no percibimos o entendemos que la razón a tanta desventura se
debe a no saber cómo combatir la intranquilidad y los ataques de ansiedad.
La ansiedad,
produce, inclusive, desequilibrios desfavorables que interfieren y contradicen
todos los pormenores de nuestra existencia: impaciencia, turbación, tensión y
urgencia. La ansiedad nunca nos resuelve los problemas, al contrario, nos aleja
de hacer decisiones coherentes, de crear algo nuevo, de recorrer amplias avenidas,
de caminar con positivismo, de realizar innumerables proyectos y cumplirlos al máximo de nuestra capacidad, construyendo,
por decir así, un instante de paz.
La Buena Nueva nos
dice que la ansiedad y las presiones son inestabilidades propias del ser
humano, emociones sin sentido y falsos temores que atraen el mal: imaginaciones
y mentiras, supersticiones engañosas, absurdas hostilidades en las que
caemos. Caemos porque nos falta la
unción de Dios y una dosis de sacrificio
para ser libres de todos estos males.
Vivir sin ansiedad
es renunciar a todas las influencias del mundo, a desprenderse de toda
iniquidad y malos pensamientos que vienen de otros, a separarse de las cosas
que se presentan en la vida que no son agradables a Dios o a nosotras mismas.
Vivir sin ansiedad
es aprender a controlar todo poder ejercido sobre la persona siendo esto un
dominio o una autoridad que enaltece y realza la ausencia de Dios. Poder que nos
impulsa a admitir el temor en todo momento permitiendo, por aprensión o
ansiedad, un comportamiento dictador, dentro o fuera del trabajo o en el hogar –en
donde se práctica y se ejecuta– muchas veces, el “POWER”.
Esto trae, como
consecuencia, el estrés, la congoja y el desvío de la alegría. Y en cuanto a las
relaciones personales, he señalado anteriormente, que el poder de la ansiedad como
dominación o sumisión, acarrea, por supuesto, enormes trastornos que resultan
destructivos para el amor propio y la dicha personal ya que, de ninguna manera, habida y por haber, no
se puede ni se debe aceptar.
Vivir sin ansiedad
es mirar la vida desde una dimensión positiva, echando fuera las
preponderancias y los malos tratos a la basura, al cesto de lo inservible para
dejar que fluya la armonía, la fraternidad entre la gente, fomentando, como un
regalo de Dios, la paz espiritual que nos pertenece por sobre todo acontecimiento
o persona.
Y
dice la Palabra de Dios: ¡Cuánto más valen ustedes que las aves! Y
en todo caso, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni
siquiera una hora?
Pues si no pueden hacer ni aun lo más pequeño, ¿por qué se
preocupan por las demás cosas? Lucas 12: 24,26
Obra de Joaquín Sorolla |
EN TIEMPO PROPIO
Siempre en
alegría
me acojo al
tiempo
en que
sonrío.
Nada me precipita
la angustia o
cumple
en lo
negativo
los
sobresaltos.
Todo me salva
y nada
queda errando
sino el
silencio mío
que suple el
dolor
sombrío del
adiós.
La paz con
que vivo,
en mudez cargada
de espanto,
vagabundea de
lugar
en lugar y de
tiempo
en tiempo y,
sucede,
que en lobreguez
no pierdo la
calma.
He hecho un
pacto
con mis dolores,
he excluido
el ansia,
el tironeo del
alma,
el sufrimiento
en que me
hundo
cuando sueño.
Mas, algunas
veces,
me dejo
llevar
hasta donde reside
el empeño, la
agonía
traspasada, el trago
dulce del recuerdo.
Mi canto y
mi risa
me fortalecen
a seguir mi camino
esperanzada, feliz
en tiempo propio.
Tenés razón Noris, precisamente por eso es que JESÚS SIEMPRE ESTÁ!!!! Muy oportuna tu reflexión.....
ResponderEliminar¡Hola Noris!!!
ResponderEliminar¡Nos deja un texto muy muy interesante! Sobre esa enfermedad que atañe a más de media humanidad: No son muchas las mujeres que escapan al estrés -a la ansiedad, pero también afecta a algunos hombres, aunque son los menos, pero si los ay.
Lo explicas tú de maravilla con estas letras. Estamos ansiosas por todo: por el trabajo, por la forma que lucimos, por la economía del país, por los hijos, por el dinero, por las relaciones con otros seres humanos, por el trabajo. Absolutamente todo nos llena de neurastenia y de desagravio sintiendo que nada es como deseamos que sea y todo reverbera al son del histerismo y las pesadumbres. ¿Cierto? !Si, muy cierto!
Vivimos en un mundo de prisas por todo! De competitividad, de egoísmo de ambiciones, sino corriéramos tanto! y nos paráramos un poquito a mirar a nuestro alrededor, total que todo queda aquí, nada se lleva al otro mundo. ¡Pero es lo que hay! La ambición si la usamos bien, no es tan mala. Ambicionar ser mejor cada día, consolar al triste, llorar con el que llora, compadecer al que padece, la palabra con, es padecer con quien padece, todo esto es ambición sana, y no haremos esto, como un mero gesto, sino con la mirada del corazón.
Creo que desaparecería, sino del todo, bastante esta lacra que sufre mucha gente. El poema preciosa mi reina.
Gracias por un trabajo bien hecho, escribes de maravilla.
Te dejo mi felicitación, mi abrazo cálido y mi estima siempre.-
Se muy feliz.
Excelente entrada. Un tema que nos atañe a todos, quien so ha sufrido de ansiedad. Solo Jesus puede curarla. Linda poesía! un placer visitarte y leerte. pronto regreso!
ResponderEliminarun abraxo!
Una interesante reflexión y un bonito poema. Saludoss
ResponderEliminarUna enfermedad de nuestros tiempos de la que casi nadie puede escapar, pero aunque parezca imposible hacerlo, si se puede, solo se necesita una gran dosis de fortaleza y sabiduria.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Noris,gracias por tus palabras,amiga...Si,nuestras entradas hablan de lo mismo...La serenidad ha de estar presente en nuestra vida por medio de la fé...Sólo la fé,la esperanza y el amor nos aportan el equilibrio interior entre mente,alma y corazón...No debemos dejarnos llevar por clamores materiales externos,ni miedos y espejismos internos...Desde la intuición del corazón conectaremos siempre con la divina Providencia,que nos alienta siempre en la naturaleza...
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo inmenso,compañera y amiga.
Feliz semana,Noris.
M.Jesús
un texto realmente instructivo y nada alejado de la realidad, pero la ansiedad es algo que te llega sin enterarte y cuando esta dentro de ti zas, no puedes echarla como quien arroja un objeto, lleva tiempo asta que sacas fuerza para derrotarla, da igual que la vida te vaya bien o que seas feliz, te coge y te coge.
ResponderEliminarEsperemos que se mantenga alejada de nuestras vidas
un besote
Excelente texto Noris…una realidad que debemos tomar en serio. me encantó el final del poema. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarAbrazos efusivos y feliz amanecer.
Quien no ha sentido ansiedad, el equilibrio emocional es difícil mantener por las agresiones que nos llegan del entorno, y aparece la ansiedad...
ResponderEliminarpero como tu dices al final...
Mi canto y mi risa
me fortalecen
a seguir mi camino
esperanzada, feliz
en tiempo propio.
Hola Noris, vengo del blog de nuestra amiga MªJesús me ha gustado mucho este poema...
ResponderEliminar(Mas, algunas veces,
me dejo llevar
hasta donde reside
el empeño, la agonía
traspasada, el trago
dulce del recuerdo).
Yo tampoco dispongo de mucho tiempo libre, pero me quedo por tu lindo espacio, embriagada de poesía
Besos alicantinos, Pilar
La ansiedad seguramente se produce por no estar en el ahora, de todo se aprende y hay un tiempo para todo ...cuando el alma está en casa y en Dios todo es Paz, un abrazo.
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