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sábado, 8 de junio de 2013

Vive sin ansiedad

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Obra de Joaquín Sorolla “Paseo por la Playa”

Vive sin ansiedad, dice el Señor
“Después dijo Jesús a sus discípulos: «Esto les digo: No se preocupen por lo que han de comer para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. La vida vale más que la comida, y el cuerpo más que la ropa.
                                                                                       Lucas 12: 22,23

Quiera Dios que ni la punta del alma toque, con insolente sentir, las delicadas fibras de cada una de nosotras. La ansiedad, el más común de los problemas psicológicos de la mujer, arrasa con vehemencia cada músculo de nuestro ser dejándonos con una sensación de entumecimiento interno, de cosquilleo o nerviosismo, de infecunda desmoralización. Todo el mundo lo siente, nadie está inmune a las vueltas que da la vida, a los sentimientos contraproducentes, a las cargas que se acumulan en el cuerpo, a la horrible y temida desesperación.
Estamos ansiosas por todo: por el trabajo, por la forma que lucimos, por la economía del país, por los hijos, por el dinero, por las relaciones con otros seres humanos, por el trabajo.  Absolutamente todo nos llena de neurastenia y de desagravio sintiendo que nada es como deseamos que sea y todo reverbera al son del histerismo y las pesadumbres.  ¿Cierto?
En fin, como dije anteriormente, el estés es un “todo” que nos precipita a descomponernos durante el día y la noche y, algunas veces, no sabemos cómo salir de esa incertidumbre y desdicha personal que nos hace sentir y transmitir a otros nuestras propias inseguridades y desasosiegos.
Algunas veces la ansiedad se manifiesta con una vaga sensación de tristeza, de infelicidad, de miedo… ya que no percibimos o entendemos que la razón a tanta desventura se debe a no saber cómo combatir la intranquilidad y los ataques de ansiedad.
La ansiedad, produce, inclusive, desequilibrios desfavorables que interfieren y contradicen todos los pormenores de nuestra existencia: impaciencia, turbación, tensión y urgencia. La ansiedad nunca nos resuelve los problemas, al contrario, nos aleja de hacer decisiones coherentes, de crear algo nuevo, de recorrer amplias avenidas, de caminar con positivismo, de realizar innumerables proyectos y  cumplirlos al máximo de nuestra capacidad, construyendo, por decir así, un instante de paz.
La Buena Nueva nos dice que la ansiedad y las presiones son inestabilidades propias del ser humano, emociones sin sentido y falsos temores que atraen el mal: imaginaciones y mentiras, supersticiones engañosas, absurdas hostilidades en las que caemos.  Caemos porque nos falta la unción de Dios y una dosis de sacrificio para ser libres de todos estos males.
Vivir sin ansiedad es renunciar a todas las influencias del mundo, a desprenderse de toda iniquidad y malos pensamientos que vienen de otros, a separarse de las cosas que se presentan en la vida que no son agradables a Dios o a nosotras mismas.
Vivir sin ansiedad es aprender a controlar todo poder ejercido sobre la persona siendo esto un dominio o una autoridad que enaltece y realza la ausencia de Dios. Poder que nos impulsa a admitir el temor en todo momento permitiendo, por aprensión o ansiedad, un comportamiento dictador, dentro o fuera del trabajo o en el hogar –en donde se práctica y se ejecuta– muchas veces, el “POWER”.
Esto trae, como consecuencia, el estrés, la congoja y el desvío de la alegría. Y en cuanto a las relaciones personales, he señalado anteriormente, que el poder de la ansiedad como dominación o sumisión, acarrea, por supuesto, enormes trastornos que resultan destructivos para el amor propio y la dicha personal ya que, de ninguna manera, habida y por haber, no se puede ni se debe aceptar.
Vivir sin ansiedad es mirar la vida desde una dimensión positiva, echando fuera las preponderancias y los malos tratos a la basura, al cesto de lo inservible para dejar que fluya la armonía, la fraternidad entre la gente, fomentando, como un regalo de Dios, la paz espiritual que nos pertenece por sobre todo acontecimiento o persona.
Y dice la Palabra de Dios: ¡Cuánto más valen ustedes que las aves! Y en todo caso, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora? Pues si no pueden hacer ni aun lo más pequeño, ¿por qué se preocupan por las demás cosas? Lucas 12: 24,26
 

 
Obra de Joaquín Sorolla
 
EN TIEMPO PROPIO

Siempre en alegría
me acojo al tiempo
en que sonrío.
Nada me precipita
la angustia o cumple
en lo negativo
los sobresaltos.
Todo me salva y nada
queda errando
sino el silencio mío
que suple el dolor
sombrío del adiós.
La paz con que vivo,
en mudez cargada
de espanto,
vagabundea de lugar
en lugar y de tiempo
en tiempo y, sucede,
que en lobreguez
no pierdo la calma.
He hecho un pacto
con mis dolores,
he excluido el ansia,
el tironeo del alma,
el sufrimiento
en que me hundo
cuando sueño.
Mas, algunas veces,
me dejo llevar
hasta donde reside
el empeño, la agonía
traspasada, el trago
dulce del recuerdo.
Mi canto y mi risa
me fortalecen
a seguir mi camino
esperanzada, feliz
en tiempo propio.
 

11 comentarios:

  1. Tenés razón Noris, precisamente por eso es que JESÚS SIEMPRE ESTÁ!!!! Muy oportuna tu reflexión.....

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  2. ¡Hola Noris!!!

    ¡Nos deja un texto muy muy interesante! Sobre esa enfermedad que atañe a más de media humanidad: No son muchas las mujeres que escapan al estrés -a la ansiedad, pero también afecta a algunos hombres, aunque son los menos, pero si los ay.

    Lo explicas tú de maravilla con estas letras. Estamos ansiosas por todo: por el trabajo, por la forma que lucimos, por la economía del país, por los hijos, por el dinero, por las relaciones con otros seres humanos, por el trabajo. Absolutamente todo nos llena de neurastenia y de desagravio sintiendo que nada es como deseamos que sea y todo reverbera al son del histerismo y las pesadumbres. ¿Cierto? !Si, muy cierto!

    Vivimos en un mundo de prisas por todo! De competitividad, de egoísmo de ambiciones, sino corriéramos tanto! y nos paráramos un poquito a mirar a nuestro alrededor, total que todo queda aquí, nada se lleva al otro mundo. ¡Pero es lo que hay! La ambición si la usamos bien, no es tan mala. Ambicionar ser mejor cada día, consolar al triste, llorar con el que llora, compadecer al que padece, la palabra con, es padecer con quien padece, todo esto es ambición sana, y no haremos esto, como un mero gesto, sino con la mirada del corazón.

    Creo que desaparecería, sino del todo, bastante esta lacra que sufre mucha gente. El poema preciosa mi reina.

    Gracias por un trabajo bien hecho, escribes de maravilla.
    Te dejo mi felicitación, mi abrazo cálido y mi estima siempre.-
    Se muy feliz.

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  3. Excelente entrada. Un tema que nos atañe a todos, quien so ha sufrido de ansiedad. Solo Jesus puede curarla. Linda poesía! un placer visitarte y leerte. pronto regreso!


    un abraxo!

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  4. Una interesante reflexión y un bonito poema. Saludoss

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  5. Una enfermedad de nuestros tiempos de la que casi nadie puede escapar, pero aunque parezca imposible hacerlo, si se puede, solo se necesita una gran dosis de fortaleza y sabiduria.
    Un fuerte abrazo.

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  6. Noris,gracias por tus palabras,amiga...Si,nuestras entradas hablan de lo mismo...La serenidad ha de estar presente en nuestra vida por medio de la fé...Sólo la fé,la esperanza y el amor nos aportan el equilibrio interior entre mente,alma y corazón...No debemos dejarnos llevar por clamores materiales externos,ni miedos y espejismos internos...Desde la intuición del corazón conectaremos siempre con la divina Providencia,que nos alienta siempre en la naturaleza...
    Mi felicitación y mi abrazo inmenso,compañera y amiga.
    Feliz semana,Noris.
    M.Jesús

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  7. un texto realmente instructivo y nada alejado de la realidad, pero la ansiedad es algo que te llega sin enterarte y cuando esta dentro de ti zas, no puedes echarla como quien arroja un objeto, lleva tiempo asta que sacas fuerza para derrotarla, da igual que la vida te vaya bien o que seas feliz, te coge y te coge.
    Esperemos que se mantenga alejada de nuestras vidas
    un besote

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  8. Excelente texto Noris…una realidad que debemos tomar en serio. me encantó el final del poema. Gracias por compartirlo.
    Abrazos efusivos y feliz amanecer.

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  9. Quien no ha sentido ansiedad, el equilibrio emocional es difícil mantener por las agresiones que nos llegan del entorno, y aparece la ansiedad...
    pero como tu dices al final...
    Mi canto y mi risa
    me fortalecen
    a seguir mi camino
    esperanzada, feliz
    en tiempo propio.

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  10. Hola Noris, vengo del blog de nuestra amiga MªJesús me ha gustado mucho este poema...

    (Mas, algunas veces,
    me dejo llevar
    hasta donde reside
    el empeño, la agonía
    traspasada, el trago
    dulce del recuerdo).
    Yo tampoco dispongo de mucho tiempo libre, pero me quedo por tu lindo espacio, embriagada de poesía
    Besos alicantinos, Pilar

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  11. La ansiedad seguramente se produce por no estar en el ahora, de todo se aprende y hay un tiempo para todo ...cuando el alma está en casa y en Dios todo es Paz, un abrazo.

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