LAS PALABRAS

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LAS PALABRAS

 

Me atraen las palabras, el fervor armónico de la musa temblando por los ecos de mi paladar.

Las he visto volar de la inspiración y detenerse junto a mi rostro como gotas de lluvia acabadas de comulgar.   

Las he visto ensordecer, quedarse solas en la memoria, muriendo en ellas su aliento desojado y doloroso. Las he notado crecer como han crecido los horizontes en épocas de sol, caladas de brioso porvenir, y de gozo.

Las he sentido arder en medio del océano o latiendo su inmensidad sobre las aguas del río Arno, pidiendo limosna a los limosneros de las calles, inventándolas en la mente del buen paseador.  Así son de hechiceras las palabras…Nunca sabré de qué viven, jamás en su trono han sido agredidas o prestadas; algunas veces han sido vedadas frente al arco poderoso de la aurora o, en su silencio, han quedado absortas de tanto desear hablar, decir que la vida es un tiempo armonioso, un lapso prestado en las manos de Dios.

Es muy hermoso oírlas en su tenue delicadeza, muy triste verlas ir como se va el invierno, como se queda el gusto a frescor sobre la nieve. Ah, las musas, ellas vienen y van como el verano, como el otoño gris y el renacimiento de las hojas de abril: plácidas y sinceras.