SABOR A HIERBA
Llego con desazón
al lado de los ángeles.
Salgo y apenas vengo
de ahondar la bruma,
de exhumarla bajo
el pulso de mi sangre.
Purifico el desabrido
sabor a hierba
y quedo de pronto
clavada en la hierba.
Sin saber, sin aceptar
que sigo en silencio.
!Miradme, escuchad
mi voz! es la misma
voz quien regresa
del retraimiento
doloroso, del sitio
impuesto
por los ángeles.
Mas vuelvo a pisar
las calles y nada
espero, nada quiero
para mí, nada recojo
del suelo que no sea
mi propia claridad
de sombra.
RUMOR DE TIEMPO
I
A comienzos de
otoño no hay tinieblas
que me alejen de las
hojas, de la matriz
interna del
suelo, de la estela de pájaros
migrando lejos,
lejos de mí.
No hay sed de
verano en primavera,
no existe el aire
sino una ráfaga pertinaz
en donde se
hospeda el desamparo.
Así de simple,
así observo la luz del alba
convertirse en
árido duelo, en larva.
De ahí me salen
los prados y me alza
el viento; el
frío que sale del sur nutre
un lamento hasta
la raíz, hasta las cepas
que fielmente topan la ingrata soledad.
II
Es como la niebla
que a mi lado oscurece
mi inmensa
gloria, es como la bola que rueda
al compás del
tiempo en un rodar descalzo,
huérfano, despoblado...
¿Cuántas cosas en
su rigor se apagan y dejan
de ser ejemplos, sublimes
momentos de dicha,
—flor de tilo —
tiempo de invierno naciendo?
A
comienzos de otoño, la vida se me hace
parca,
mis ramas vuelan y se vacían las algas
de ese verde
rumor de tiempo que da la espera.
INSERVIBLE
CERTEZA
¿Qué
quiso decirme Dios cuando en mi alegría
llené
el alma de palabras, de breves gotas de luz?
Que
en medio de mi risa saqué mi saeta al aire
para
asegurar mi llegada —ya
tarde— al bosque.
¿Qué
ocurrió, qué pérdida tomó posesión de mi arte,
de
la esbeltez de mi cintura, de mi rostro en flor?
¿Qué
bozal se ató a mi faz risueña que no sea mi voz
sintiendo
el trágico olvido, por la borda de la pena,
por
el panteón de los vivos deseando ser muertos?
¿Qué
desierto me quiebra si acaso en tierra hallara
el
mar de la distancia, llena de luz, cuando hay tanta
luz
para dar entre mis brazos?
¿Qué
suerte me lleva hacia un lugar sin cruz,
al ocaso,
en
donde el fino sabor a hiel disfraza aquel inefable hogar
en
donde no me hallo?
Que lodazal tocará el fondo del silencio y qué
piedras
cesarán
de ser urnas, qué rincón, qué rescoldo avivará
la
vida en la inservible certeza dejada en el hueco
letal
de la tumba en que reposo.
© N.C. Derechos Reservados/USA
Prohibida la Reproducción total o parcial,
por cualquier medio sin la autorización de la autora.
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por cualquier medio sin la autorización de la autora.
Noris como siempre un placer leer tus entradas, es como una puerta abierta al mundo, a los sentidos, a los pensamientos, a las emociones...
ResponderEliminarhoy si me lo permites te voy a tomar prestada esta frase, es sencillamente genial...Un abrazo.
Distancia, llena de luz, cuando hay luz para dar entre mis brazos?
¡lindos poemas Noris!!
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