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"Simple Perfección" ---Obra sin terminar--- |
El Orden Perfecto
de Dios
El camino de Dios es
perfecto; la promesa del Señor
es digna de confianza;
¡Dios protege a cuantos
en él confían!
Salmo 18:30
Todo está en orden y nada
está fuera de lugar. Pasa lo que sucede y lo que no sucede es porque no estaba
en el plan de Dios. Lo podemos observar
en las cosas más simples de la vida cuando deseamos que todo sea perfecto.
Hacer un intento por incrementar y
completar nuestros propósitos de una forma propia, no siempre va de la mano de
Dios ya que deja de ser perfecto.
A pesar de todo, y aunque no
entendamos los saltos y las volteretas que nos presenta el tiempo, la vida se
afilia a los ejes de una carrera
admirable dirigida por un ser Supremo: Dios.
La existencia del hombre es
un andar ágil y lento, es una concordancia que dicta el paso incorregible de
los años; el orden de las cosas como el nacer y morir se ve continuamente en
todo lo que nos rodea, como si fuese una rueda que va por el camino recto dando
vueltas sobre el pavimento o la hierba, sin cesar; su movimiento de rodaje
tembloroso permanece sin límites, pero se detiene, se atasca y se rompe, sin
previo aviso, porque la vida es un andar sin rumbo sin la ayuda plenaria de
Dios.
Nada suele estar fuera del
universo, mas las situaciones de los seres humanos cambian, las personas
permutan de lugar en lugar, los animales viven en su eterno habitad sin alterar
su rutina, las cosas, sin embargo, como todo lo material que podemos tocar y
renovar, no tienen ningún orden duradero ni poseen una razón ni fuerza para
sentir dolor o alegría, ni tan siquiera tienen un equilibrio sobre la bóveda
celeste o sobre nosotros.
A todo le llega su hora y
los minutos consumidos diariamente son un recuerdo de lo que vivimos y —lo que hubo o hay— queda atrás para dar lugar a lo nuevo, a lo
recóndito, a lo inesperado que, casi siempre, nos sorprende, nos alegra o nos
entristece.
La vida es toda una evolución
de un mismo cuerpo, el cuerpo de Dios en su real plenitud de subsistencia entre
la vida y la muerte. Pero todo está en
orden, como debe y tiene que estar a pesar de los contratiempos que vienen y se
van diariamente.
Sin embargo algunas veces
pensamos que nuestro vivir es un remolino incontrolable, un ciclón, un espiral
que se alza sin sentido cuando las situaciones de la vida no se presentan como
nosotros deseamos o aspiramos, entonces se desborda un caudal de emociones que
no tienen que ver con Dios y Sus mandatos, y ahí comienza el desenfreno
infernal del ser.
Somos incorregibles criaturas
queriendo ser perfectas en el orden personal, pero no lo somos.
¿Es
que acaso no entendemos que el control de nuestra vida, de lo que hacemos y
decimos está bajo la vigilancia de Dios?
Cuando nos damos cuenta de
que no existe esa perfección interna —que es la hondura en donde reside nuestro ser—
entenderemos,
pues, que todo en la vida es un
aprendizaje, una agenda llena de apuntes por concretar, una lección por
aprender durante el trayecto de vida.
Pero hay que entender el concepto
de entrar dentro una mismo para conocer la perfección, indagar en cada recoveco
en donde está latente Dios —que es en donde se oculta la belleza íntegra de la
persona— para examinar los sentimientos, las virtudes, las buenas
obras y la sencillez nata que vive en cada una de nosotros.
La excelencia de Dios es
aprender a conocernos día a día, llegar más allá del entendimiento de saber de
dónde venimos y a donde vamos, puesto que es un ejercicio diario, de mejora
íntima, de integridad personal, de conocimiento propio, de entrañable
fraternidad con Dios y con los sucesos que forman parte de la existencia.
Pero todo está en orden, las
promesas de Dios son puras; son como la plata más pura, refinadas en el horno
siete veces como lo dice Su Palabra en el Salmo 12, 6.
Y porque todo está en orden,
las ofrendas de Dios son inquebrantables, asequibles y completas.
Exclusivamente en plena ebullición y desarrollo espiritual podemos palpar cómo
el espíritu —nuestro
espíritu— progresa y se manifiesta a través de nuestros actos
fuera y dentro del cuerpo.
Es un plantear que requiere
seriedad y constancia el querer llegar al infinito de nuestro ser para percibir
la presencia y perfección de Dios y su inigualable plenitud, para
sacarla del enclaustre en donde la tenemos puesta: limitada, olvidada y
silenciosa de tantas cosas.
Nos dice Su Palabra en Mateo 5:48: "Por tanto,
sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto" Amén.
noris capin
DENTRO DE MÍ
Dentro de mí se acumula el tiempo,
DENTRO DE MÍ
fuera de mí, las horas se van sin
cesar
como las golondrinas sin morada
que corren y se guardan de la luna.
La luna que sale sin espantos, sola
la luna de mi cielo, misterioso
astro
que no entiende de las horas.
Dentro de mí se acumula la aurora,
sufre y no se detiene,
siempre en movimiento prevalece
inerte y de un día para otro crece
y acaba por ser un día, un minuto
la eternidad en que me pierdo.
Nunca sabré la razón de mi contento
que brota frente al día y no
duerme.
Dentro de mí se asemeja el tiempo
al recorrido sin fin de las
estrellas.
HASTA LA MUERTE
Soy yo quien camina
noris capin
HASTA LA MUERTE
sin pies sobre la arena;
la pérdida de lo perfecto
me lanza a la eternidad
y no encuentro la línea
que me conduce al sol.
Peregrina de nacimiento,
doncella de velo negro,
de hebillas descalzas,
de cornetas hechas de sal
y escarcha de blanca flor.
Revelo que soy de acero
¡tanta lluvia ha caído
sobre mi pecho!,
tanta risa de universo
me quiebra los huesos
de máxima soledad.
Pero voy, y de timidez
no hablo, he salido
de la burbuja, de la red
de oropel en que estoy
situada, para rellenar
mi huerto hasta pronto
de la risa y del llanto
hasta nacer de nuevo
en el recuerdo.
Y sin delantal me cubro
en lamentos y no dejo
de existir en piel
de luciérnaga —de ojos
luminosos,
de piel de oveja férrea
hasta la muerte—.
Hola Noris... Sigo admirando y gozando de tus maravillosos dibujos y tus preciosas letras...
ResponderEliminarUn abrazo....