EL CORAZÓN DE LAS COSAS
Ya no existe el columpio que día a día gustaba.
Se han ido los días y me pierdo en esa nube
que desde arriba nos observa.
Adivinando mi alegría, que se remonta al sol,
ahora que amanece, se hace más ancha la sed
de extraviar los dolores.
Y me subo al columpio para divisar el corazón
de las cosas, y toco la columna de los puentes
que tanto me invitan a saltar y, pienso,
que tanto sufrimiento no debilita mi ternura.
Y estoy aquí, alzada en el trapecio del tiempo,
mirando todo, desde las luces que salen
de las torres, hasta el humo que asciende
a la azotea.
Y recorro con mis ojos cada esquina, y veo
sonreír a los ancianos y a los niños, montados
como yo en el mismo trapecio ambulante,
que no cesa de impulsarme contra la pared
de algún edificio.
Ya de mis nostalgias se alquilan los lamentos
y no hay más sombra que la mía —vuelta flor—
tapando los orificios en donde se ha caído
el original concreto de los aires...
Ay, qué hermoso se ven los parques,
desde el asiento que tiembla con el ocaso
hecho de gotitas de lluvia, sobre mi espalda,
y qué espléndido se ve mi rostro —usualmente
acongojado— yendo y viniendo en empujón
de vida.
Y veo las luces que se alzan en la estación
de un túnel, y rozo la cima de mis sentimientos
con la voz de quien no olvido.
noris capin
yendo y viniendo en empujón de vida
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Al corazón de las cosas
Eres poesía
yendo y viniendo en empujón de vida
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Al corazón de las cosas
Eres poesía
Hola Noris... Fíjate un columpio es un juguete para niños... pero les encanta usarlo a los adultos, y cuando ya la edad no te permite hacer ese pequeño salto, te refugias en una mecedora, porque creo que recuerda ese columpio que de niño nos izo vivir momentos felices... Un saludo...
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