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Del diario "En USA" dedicado a la mujer por Noris Capin |
Perdona con el
corazón
"Sean humildes y
amables; tengan paciencia y sopórtense unos a otros con amor; procuren
mantener la unidad que proviene del Espíritu Santo, por medio de la paz que une
a todos"
Efesios 4, 2-3
Jesús nos anima a perdonar.
No sólo de palabras sino también de corazón, de pensamiento y vida; desde la
profundidad de nuestro ser, desde el clamor que nos une a Dios en tiempos de tristeza,
hasta la salvación. Jesús nos regala ese
don que toca las fibras del alma y nos ofrece la paz por medio de la compasión
y la oración.
El perdón es un acto de bondad que se dona a
otra persona libremente, ya que, significa, tener la capacidad de experimentar
la misericordia y la tolerancia hacia otro ser humano. También quiere decir, que, al estar nosotras
libres de toda atadura, hay un cambio, hay una transformación de actitudes y condiciones
que generan una especie de gratificación hacia nuestras propias conductas y
hacia la paz de nuestros corazones.
Si alguien nos hiere,
traspasa o corta la línea de la gratitud y la confianza, hay dos opciones:
bajar la cabeza y seguir nuestro camino o repudiar a la persona para toda la
vida (pero esto, no es bueno). Sin
embargo es muy difícil seguir el camino sin antes entender que perdonar es una obra que requiere voluntad y
respeto. No sólo a la persona absuelta de
culpas, sino también por nuestra incapacidad de ver las cosas de otra manera,
como Dios las mira. Recuerda que todo
incidente no proviene de una persona sino de dos o más.
Sabemos, amigas mías, que al
no perdonar a nuestros deudores, estamos esclavizándonos y poniendo nuestra
dignidad en manos del enemigo. Y es
cierto que el desear lo peor a nuestros contrincantes le estamos dando paso a
las influencias del mal. No obstante no se les ocurra hacerlo, es indigno, es
deshonroso actuar así. Lo dice la
Palabra de Dios en Efesios 6, 12-13 para defendernos del mal: "Porque no estamos luchando contra poderes humanos,
sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando,
autoridad y dominio sobre el mundo de tinieblas que nos rodea.
Por eso, tomen toda la armadura que Dios les ha dado, para que
puedan resistir en el día malo y, después de haberse preparado bien, mantenerse
firmes.
Yo respeto mucho la Palabra de
Dios especialmente cuando se trata de
poderes del mal que tratan de vencernos y destruirnos sin piedad. Yo les recomiendo que no hablen insensateces
de sus hermanos en Cristo, no deseen el mal a otra persona, no permitan que, a través de sus malos pensamientos, otras
personas se hundan en espíritu y alma. Pero
eso no va a suceder si la otra persona reza y se cubre con la sangre poderosa
de Jesús. Jesús salva ante toda situación, se los aseguro.
Que siempre salga de ustedes
la máxima bendición hacia sus semejantes, el brillo de Dios Santo por sobre
todas las cosas y la inconfundible bondad que ya sabemos existe por medio del Señor
Todopoderoso y no del diablo.
Oren incansablemente por
todos los afligidos, oren por ustedes también, para que no se rompa el vínculo
preciado que hay entre ustedes y Dios.
Al alejar del alma todo
dolor y desatino, verán que Dios abre todas las puertas y se reconcilian las
faltas por medio de la oración. Pero
antes de poner sus propios sentimientos a la desdicha de otros, mírense ustedes
bien dentro de sí mismos y convoquen el fuego del Espíritu Santo para un total
entendimiento.
PERDONAR:
1) Perdona inmediatamente y
perdónate a ti también por los errores cometidos.
2) Evita declarar a la otra
persona culpable. Disculpa y discúlpate tú también.
3) Reconstruye los
principios rotos para tu propia paz y la de otros. Reza.
4) Admite tus errores, piensa
antes de hablar y entiende que no siempre se tiene razón.
5) Olvidar es vivir la vida
en armonía y libertad de mente, de espíritu y alma.
6) Orar, orar hasta que el
Espíritu de Dios te bendiga y enaltezca a otros con tus oraciones.
Que Dios el Padre, y el Señor
Jesucristo, les dé a los hermanos paz y amor, con fe;
que él dé su gracia a todos los que aman a nuestro Señor
Jesucristo con amor inalterable. Efesios 6, 23-24. Amén, Amén.
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